Tratado del meñique
Ese meñique. Qué buen título para la canción del verano. Un justo homenaje para el dedo más versátil, dueño exclusivo de las letras eñe, pe, q y la a y explorador de ciertos pabellones auditivos y fosas nasales hasta rincones insospechados. Cuando el meñique se eterniza en una prolongación de uña apropiada, sirve incluso para jugar a los castillos en la playa en compañía de un cubo y un rastrillo. Chiquito pero matón.Pero los meñiques cumplen, a la chita callando, una función social de indudable interés. Usted va a un sarao, fiesta o cóctel y desea distinguir entre los ricos de toda la vida y los nuevos ricos. Sólo tiene que hacer la prueba del dedo. Mírelos. Si el prójimo sobre cuyos orígenes alberga alguna duda pone el meñique enhiesto y rígido en vertical mientras apura una copa, no hay duda. Es un recién llegado a las cuentas de varios dígitos. Ese dedo así, en actitud de esperar una bandera para ondear al viento o un donut mismo, es irrefutable. En el momento en que usted concluye que el tipo es un intruso, finaliza la misión social del dedo. Identifica, pero no hace milagros (como el índice, capaz de transformar a un advenedizo en príncipe o rana, según el humor digital). Y, además, no se decepcione. Con los años, todos los ricos acaban pareciéndose.
Carmen Martínez Bordiú, por ejemplo, no levanta el meñique. No es que su familia sea riquísima de muchas generaciones, pero en una lo compensaron con creces. Creo que Álvaro Marichalar tampoco lo hace. Viene el tratado a cuento de la fiesta solidaria organizada por la Fundación Tierra de Hombres en Sevilla (95 428 37 37), a la que acudieron los anteriores y otros famosos (algunos, además, trabajan) como María José Suárez, Pepín Liria, Cristina Hoyos. Y también otros delatados por el meñique. O sea, de nuevo cuño y vanidad vieja.
Arrimar el hombro solidario con chequera y en marco lujoso idóneo para resplandecer es fácil. Menos rutilante sería celebrar la fiesta en alguno de los 40 países donde trabaja la organización desde hace años en beneficio de la infancia. Con la cena organizada la semana pasada han recaudado ocho millones de pesetas que servirán para cosas trascendentales, como vacunas, guarderías, batallas contra la prostitución o la malnutrición infantil o intervenciones quirúrgicas vitales para seres sin privilegios que jamás repararían en un meñique tieso.
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