Una comedia suiza confirma el buen nivel de la sección oficial
Puede ser el criterio de selección del festival o que este año la nueva hornada de realizadores menores de 35 años viene pegando fuerte, pero el caso es que la sección oficial de largometrajes en la 15ª edición de Cinema Jove está resultando mucho más interesante de lo previsto. A dos días de la clausura del certamen, resulta difícil predecir qué película se alzará con la Luna de Valencia que premia a la mejor película en competición.Ayer, dos cintas procedentes de cinematografías tan alejadas como la suiza o la venezolana confirmaron la sensación de que estamos asistiendo a un buen festival de cine. Pas de café, pas de télé, pas de sexe, de Romed Wyder, entra de pleno en las interioridades de un peculiar triángulo amoroso para plantearnos un tema tan antiguo como el de los celos. Y lo hace de una manera sencilla y práctica, recordando en su estilo a los más entrañables filmes de Eric Rhomer, sin excesivos artificios y dando una importancia suprema a los diálogos. Con un añadido: en la película de Wyder los personajes son okupas, no urbanitas de clase media. Se puede argüir que estos personajes no tienen la rica vida interior de los que transitan por las comedias de Rhomer, pero sus relaciones (y sus contradicciones) están expuestas en la pantalla con la dignidad de un veterano y esa aparente simplicidad que tan fresco sabor deja en el espectador.
Película compleja
La venezolana El valle, de Gustavo Balza, peca, sin embargo, de excesivo artificio. Narra una historia contemporánea (las dudas de una embarazada por tener el hijo que ha concebido de un fugitivo de la policía) con desparpajo y valentía, la envuelve en un contexto que huye del maniqueísmo y establece atractivos vínculos entre los personajes secundarios. No obstante, una excesiva preocupación por la textura visual le hace caer demasiado a menudo en el tópico de presentar secuencias con una estética que no se corresponde con la concepción formal de la historia que se cuenta. Es una película compleja, que abre un horizonte de interrogantes ideológicos al que la ve, pero su indefinición entre el drama social y el thriller la sumerge en demasiadas dudas.
Por otra parte, Cinema Jove inauguró ayer el VII Mercado Internacional del Cortometraje, que se prolongará hasta mañana sábado. Más de 500 cortos forman parte de este particular zoco al que se acercan distribuidores, compradores y comités de selección de otros festivales para comprobar el estado de la producción internacional. Aproximadamente una quinta parte de los cortos que el Mercado presenta encontrará salida gracias a esta iniciativa. En esta edición dos películas españolas, Abuelitos, de Francisco Plaza, y The Raven...Nevermore, de Tinieblas González, han sido las más solicitadas. El Mercado del Cortometraje se complementa con dos mesas redondas sobre la rentabilidad de dichas producciones y la viabilidad de su venta en los festivales.
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