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CINE

Cinema Jove reivindica el espíritu provocador de los primeros filmes de Buñuel

"Si Buñuel hubiera asistido a su propio centenario se habría horrorizado". Así resumía Vicente Sánchez Biosca, director de la revista Archivos de la Filmoteca, el aluvión de actos conmemorativos que sobre el genial director aragonés se han celebrado durante este año y a los que ayer se sumó Cinema Jove. Una mesa redonda sobre la juventud del director turolense, celebrada en la sede de la SGAE, en la que participaron, además de Sánchez Biosca, el director de cine Javier Rioyo y el médico y amigo personal de Buñuel, José Luis Barros, fue el acto central del homenaje preparado por el certamen. Con la admiracíón que despertaba el cineasta en los contertulios, todos ellos fueron desgranando al Buñuel surrealista de los 30 años ("más que en ellas, el surrealismo está permanentemente en sus obras hasta el final", en palabras de Barros), al realista que se atrevió a desafiar a la España oficial republicana en Las Hurdes y hasta al que se integró como productor en la maquinaria del cine de preguerra con Filmófono. En los tres, según Sánchez Biosca, "están las bases de todo su cine posterior". Pero no sólo ése es el Buñuel joven que reivindicaba su genio. Toda su obra es un ejercicio de provocación que, para Rioyo, "demuestra una voluntad de no dejarse ver como personaje maduro en su obra y en su anecdotario vital". La pasión que despierta el aragonés se desató cuando Biosca afirmó que éste era un gran cineasta pero poco versado en la técnica, opinión que fue contestada encendidamente por sus compañeros de mesa. Para alimentar esta polémica y para conocer mejor sus primeras obras, Cinema Jove proyecta estos días los filmes que dirigió y produjo Buñuel hasta la edad de 36 años, desde Un perro andaluz hasta Centinela alerta, dirigida por Jean Gremillon.

Para completar esta aproximación al primer Buñuel, el festival ha rescatado parte del material bruto que no llegó a incluirse en A propósito de Buñuel, el documental realizado por Rioyo y José Luis López Linares para conmemorar el centenario de su nacimiento. Son seis horas de entrevistas que no fueron incluidas en el montaje final "con gran dolor de corazón", como señala Rioyo.

El documento está lleno de anécdotas que reflejan la socarronería del realizador de Calanda, bromas que nunca fueron seleccionadas para la versión definitiva del filme (como la que cuenta el propio Barros de que Buñuel le dio el teléfono de Kafka a Domingo Dominguín para pedirle los derechos de una de sus obras) y testimonios que ayudan más a comprender su complejo universo.

"Cuando acabas de rodar el material, que en nuestro caso sobrepasaba las 60 horas, tienes un retrato plural del personaje, pero has de mostrarlo tal como es, con sus contradicciones y su personalidad", reflexiona el propio co-realizador para quien "Buñuel era una persona con una tremenda lucidez, divertido, sutil y, sobre todo, muy inteligente". José Luis Barros, una de las personas que mejor lo conocía, asiente a su lado y apostilla: "era como un niño rebelde que hacía travesuras".

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