Camaleones
Si al final nos imponen un AVE con escalas en Ávila, Cáceres, Mérida, Sevilla, Córdoba, Jaén, Granada y Albacete, los empresarios valencianos y alicantinos dirán que es la mejor de las opciones, y apoyarán el proyecto a condición de que las obras se acometan con celeridad. Zaplana también, aunque con matices sin importancia ni resultados por aquello de estampar su firma en una actuación que al final ha resultado ajena a su voluntad. Y hasta el consejero de Obras Públicas estará de acuerdo por aquello de la obediencia debida. Difícil el papel que le ha tocado jugar a mi paisano José Ramón García Antón, que a estas alturas de la película debe estar ruborizado de pensar en los sapos que le obligan tragar por eso de estar en política, que en el fondo ni le va ni le viene.Todos son prisioneros de su palabra. Y de una falta de criterio tal que los descalifica. Primero manifiestan una convicción atendiendo exclusivamente a consignas políticas, y luego no son capaces de mantenerla. Definitivamente, los camaleones no son los únicos animales que tienen la facultad de cambiar de color por influjo del medio. La Cierval y la Fundación pro-AVE han cubierto decenas de informaciones periodísticas en demanda del trazado centro de la alta velocidad entre Madrid y la Comunidad Valenciana. Ahora, sumisos, asumen como propia la opción norte, y aseguran sin rubor que puede cumplir las demandas de la patronal. Lo de los empresarios de Alicante no tiene nombre. Firmes defensores de la opción sur, por la que se inclinaron en papel firmado cuando escucharon en dos ocasiones al presidente Zaplana su preferencia por ese trazado, no dudaron en apoyar la central al comprobar que el molt honorable cambió de opinión, y ahora asumen el trazado norte porque toca. Eolo es caprichoso, pero quien está a merced de los vientos acaba en el ridículo.
Algo parecido le ha pasado a José Ramón García. Como técnico apoya la opción sur, pero como político le tocó defender la central y, después, la norte. Eso, en seis meses. Con lo que queda.
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