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Oximoron

Borges lo escribió y el subcomandante Marcos lo cita. Oximoron era para los agnósticos una luz oscura; para los alquimistas, un sol negro. A pocas semanas de las elecciones mexicanas hay quien teme un golpe del Gobierno en Chiapas para demostrar el definitivo control de la situación, tras una progresiva militarización de la zona. Las elecciones se presentan oscuras desde la sospecha de que el PRI volverá a ganar, porque el PRI sabe ganar incluso cuando pierde. El juego político mexicano se inscribe en una interacción de soberanías relativas dentro de la globalización, y, si la sociedad civil no lo remedia, ganará quien más convenga al imperio telúrico.El subcomandante Marcos ha escogido una reclamación crítica para llamar la atención sobre una zona mediáticamente ninguneada, consciente de que las noticias sobre Chiapas frenan la tentación intervencionista del Gobierno. Marcos ha difundido una homilía laica sobre la derecha intelectual y el fascismo liberal ante lo que él llama "la globalización fragmentada", un sol negro que ni ilumina ni calienta, que aumenta la riqueza de los ricos y la pobreza de los pobres. Si Borges le sirve para ponerle el sol más adecuado a esta situación, John Berger abastece a Marcos de un diagnóstico: "La pobreza de nuestro siglo es incomparable con ninguna otra. No es, como lo fuera alguna vez, el resultado natural de la escasez, sino de un conjunto de prioridades impuestas por los ricos al resto del mundo". El subcomandante trata de hacer pedagogía sobre la verdadera soberanía de los ciudadanos dentro de los límites del Estado-Nación, soberanía desvirtuada desde centros de poder más intangibles que nunca, etéreos, diríase que virtuales. Sin embargo, el intelectualado de derechas se entretiene con los juguetes mediáticos fetichizados, y, más allá del discurso único, espera que globalización se convierta en la Palabra Única, el talismán verbal mágico que provoque la foto fija de la historia y la nueva economía consiga un nuevo orden internacional iluminado por el sol negro del silencio y la fatalidad. Chiapas es el mundo. Parafraseando a Armando Bartra, Chiapas es el Aleph, el punto donde se concentran las luces y las sombras de la globalización.

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