El éxito de público obliga al Sónar a buscar otro recinto para la noche
Con unos 52.000 asistentes, el festival ampliará también su espacio durante el día
Con la música aún sonando en la Mar Bella, los organizadores del Sónar manifestaron el sábado por la noche que el de 2000 ha sido el último festival cerca de la playa. El espacio que brinda el pabellón polideportivo y sus amplios exteriores ya no es suficiente para acoger al público, que ha convertido este festival en una referencia nítida del panorama musical español. Durante sus tres días de actividad, el Sónar 2000 ha recibido 52.000 visitas.
En su primera edición, hace siete años, el Sónar cupo en una sala con un aforo para 1.000 personas. Sólo en ese tiempo ha conseguido lo que muchos festivales de poprock aún se disputan con saña. El Sónar proyecta artistas -este año, sin ir más lejos, a los nacionales Molina y Mulero-, populariza la música electrónica convirtiéndola en su foco de atención y pone en contacto a músicos, industria y público en unos espacios que en esta edición han llevado sonidos experimentales a un antiguo convento. Siete años, menos en realidad, han bastado para que el concepto y la idea que transmite el Sónar estén tan establecidos entre el público que su crecimiento parece no depender ni tan siquiera de la voluntad de sus directores, que, queriendo evitar lo que a la postre ocurrió, programaron pesos pesados como Hawtin el viernes para no concentrar la fiesta sólo en el sábado. Fue inútil, ya que el Sónar crece solo y el sábado por la noche los que se quedaron sin entradas derribaron vallas y hubo avalanchas de gente que corría y saltaba para colarse en la fiesta. El Sónar ha decidido hacerse más grande aún. Se está en conversaciones con el Museo de Arte Contemporáneo para que se incorpore la planta baja del centro a las actividades diurnas. En cuanto a la noche, sus directores ya andan buscando nueva casa para su criatura y se han dado el plazo de un año para hallarla. Ese mercado español que, paradójicamente, consume raquíticas cantidades de discos electrónicos, que tiene un star system de apenas cinco artistas, ese mercado que en España ni tan siquiera tiene radios donde escucharlos, les ha obligado a redefinir al alza la noche de un festival que no sólo quiere contabilizar su importancia en cifras. Da vértigo pensar en la situación, y no sólo por la cantidad de millones de pesetas que factura el festival.
Babelia
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