"Que no pasen del medio campo"
Los internacionales españoles coinciden en que se impone mantener el estilo de juego, mejorar la actitud y crear cultura de selección
"Que no pasen de medio campo". "Hay que ir a por el partido desde el primer minuto". Más que una consigna o una declaración heroica, algo muy español en situaciones límite como la presente, se trata de una declaración de intenciones de la selección de Camacho con vistas al partido del próximo domingo contra Eslovenia en Amsterdam. Los futbolistas le han dado mil vueltas a la derrota contra Noruega, tantas que ciertos jugadores son víctimas del insomnio desde el martes, y la mayoría ha llegado a tres conclusiones: se impone mantener el estilo de juego exhibido en la fase previa, pues en el fracaso del estreno tuvo mucho que ver el rival y contra Eslovenia será diferente; se agradecerían ciertos cambios individuales para mejorar la dinámica de juego, que no la manera de afrontar futbolísticamente el partido; y es vital cambiar la actitud del colectivo. No se sabe por qué, pero España echa en falta una cultura de selección dentro y fuera de la cancha. Acabada la actividad de los clubes es como si acabara todo y, desde el hincha al jugador, se desenchufaran del fútbol.Hay que motivarse y, llegados a este punto, es conveniente recurrir a afrentas épicas como, por ejemplo, proponerse que Eslovenia no pase de la divisoria el próximo partido. No se trata de recuperar el fútbol racial, con el que tampoco se llegó a ninguna parte en los últimos tiempos con jugadores como el propio Camacho, sino de organizar un rondo en campo del contrario para demostrarse que, con la actual generación se puede alcanzar la gloria jugando al fútbol. El problema no es la pelota, que la cuida como pocos, sino la velocidad, y para darle aire y ritmo es preciso tener una buena actitud y que el contrario acompañe. "Daría cuanto tengo", afirma uno de los internacionales españoles, "porque en la próxima jornada Portugal tuviera que jugar contra Noruega y España ante Inglaterra".
"Nuestro problema no es de concepto futbolístico", insiste otro jugador. "Estamos orgullosos del juego que defendemos. El asunto está en las revoluciones. La diferencia entre jugar a 50 por hora o a 90 es que pasas de ser un ganso a un fenómeno. Y la velocidad de ejecución exige predisposición anímica y una buena puesta a punto física". Hay quien ha asegurado en la concentración española que "si a Noruega la pillamos cuatro meses antes, le metemos cuatro goles". El asunto está, consecuentemente, en reactivar a un colectivo que en su mayoría coincide en que es el mejor de los últimos tiempos jugando al fútbol y que cuenta, además, con un seleccionador estimado por el proceder con el que viene actuando. La pregunta está en por qué, dándose las circunstancias óptimas, España ha debutado con la misma timidez de siempre y ha perdido la credibilidad ganada en una fase de clasificación tan bien resuelta como jugada.
Más que cambios se impone recurrir a futbolistas que puedan ayudar a generar un mayor espíritu competitivo y mejorar las suertes ofensivas que domina el equipo. Jugadores como Sergi, Mendieta y Alfonso se presentan como alternativas válidas en detrimento de Aranzabal, Etxeberria y Urzaiz. Puede que en el partido contra Noruega Fran quedara más retratado que Etxeberria, por ejemplo, pero el gallego expuso más que el vasco, que jugó muy retraído, al igual que Aranzabal. Para vencer la timidez con la que se actuó el martes se imponen jugadores descarados futbolísticamente y que incidan en aspectos de ataque, por lo que la entrada de Alfonso parece tan necesaria como la permanencia de Valerón. "Hay que vencer las dudas provocadas por la derrota ante Noruega y las críticas periodísticas posteriores", coinciden algunos jugadores consultados. "Cuando se juega con miedo, el equipo se junta demasiado y se atasca".
Darle velocidad a la pelota se presenta tan necesario como ampliar el campo para darle profundidad y fluidez al juego. Frente a Noruega, los volantes se replegaron de fuera hacia adentro para crear superioridad numérica detrás de la línea de cinco centrocampistas de Noruega. El problema fue que los laterales no tiraron hacia el banderín de córner y los medios acabaron estorbándose por acumulación, de manera que los pases interiores fueron tan escasos como los centros. Noruega no se dejó engañar por las maniobras ofensivas de España, de manera que evitó que se generaran espacios frente a su área. "La forma de defender de Noruega ganó a la manera de atacar de España", concluye un jugador, "pero eso no debe hacernos cambiar la idea de juego, pues Eslovenia y Yugoslavia no nos jugarán como los noruegos".
El objetivo es mover al contrario para facilitar la circulación de la pelota y las penetraciones, por lo que se impone reforzar el juego de banda, imponer un ritmo alto y asegurarse una buena línea de recuperación. La recuperación individual, sobre todo en jugadores como Raúl, es tan decisiva como la actitud colectiva, que debe mejorar en tensión. "Hay que entrar en el partido desde el arranque, sin especular, para romper la monotonía que nos creó Noruega", coinciden algunos jugadores, "y eso se consigue con atrevimiento, espíritu ganador, con ganas. Un aspecto a destacar: el martes apenas buscamos faltas al borde del área". Ni el campo -la mayoría lentos porque ha llovido poco-, ni el horario, las seis de la tarde, ayudan a la empresa española, pero a falta de motivación externa se impone la propia.
No parece tener España una cultura de selección, ni por juego, ni por jugadores ni por aficionados, siempre en minoría frente a otras selecciones, muy arropadas. El fútbol de clubes se impone hasta el último extremo como si la selección fuera un equipo artificial hinchado por la prensa. No es extraño, consecuentemente, que el juego sea el principal argumento de cohesión del grupo. A los futbolistas españoles, propensos a dejarse ir una vez se acabó la Liga y la Copa de Europa, no les queda otro remedio que enchufarse a la Eurocopa aunque sólo sea para reivindicar su manera de entender el juego. Pese a la fatiga y escasez de fuerzas por culpa del calendario, hay que motivarse, así que no está de más imponerse una cierta competitividad ni que sea con un eslogan tan rudimentario como el de que Eslovenia "no pase de medio campo".
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