'Giloso'
En la Audiencia de Málaga se ha acuñado el término giloso: dícese de la persona liante, capaz de enredar o complicar un asunto. En Marbella, desde hace años, se aplica a todo aquello que no está claro, que no se ve claro y que nunca se sabe cómo acabará. Un importante promotor inmobiliario, al final de una entrevista con el alcalde marbellí, Jesús Gil, le confesaba a su socio: "Esto está muy giloso". Con seguridad quería decir lioso.La técnica que Gil ha aplicado a su gestión personal, deportiva, política y municipal se ha trasladado a la Audiencia malagueña, bien asesorado por un excepcional y caro equipo jurídico, cuya defensa se basa en "liarlo todo", como si quienes lo juzgan o ejercen la acusación fueran tontos de capirote. No hay papeles, no hay contratos, no hay firmas; Gil vivía a la "luna de Valencia" y el sol no sale por Antequera. O sea, un "plan giloso". Observadores imparciales del juicio que se sigue contra Jesús Gil y otros por presunta apropiación indebida, ocultación de documentos y un largo etcétera, deducen, según va la vista, que la defensa de Gil se basa en liarlo todo, liarlos a todos y meter en el mismo saco de las responsabilidades a Jesús Gil, Gil junior, Pedro Román, José Luis Sierra, Cerezo, Del Nido, Cuervas. O sea, si uno era "dios" (Sierra), Román era un "pardillo" (se comía los marrones a cambio de patrimonio), Jesús Gil hacía de "padre celestial" (ni firmaba, ni se enteraba de nada; o sea, vivía en la inopia) y, los otros, compañeros de viaje (listos redomados).
Otros observadores, menos imparciales, distribuyen el rumor de que los presuntos acusados se conjuraron en un "pacto millonario", desdiciéndose de anteriores declaraciones y cuyo final es salvar, como sea, la cabeza de Jesús Gil, que huele a chamusquina. Dicho de otra manera, quienes se sientan en el banquillo "están liados", que en el diccionario de usos de María Moliner se dice de "las personas que mantienen relaciones amorosas irregulares". En este caso, relaciones de amor y odio, pero con miles de millones de por medio.
A los jueces, fiscalía y acusación corresponde destapar al giloso, siquiera sea por higiene moral, social y política. El juez que lo desenrede, buen desenredador será.
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