El presidente ruso promete a los empresarios un Estado fuerte que ampare inversiones extranjeras
Un Estado fuerte capaz de aportar estabilidad y de garantizar las inversiones extranjeras con un marco legal homologable al de Occidente. Vladímir Putin, presidente ruso, defendió ayer ante más de cien empresarios españoles la necesidad de esta idea de Rusia. En el coloquio con los inversores, el líder del Kremlin enunció cuatro principios clave para mejorar las reglas del juego: renuncia al intervencionismo estatal en los negocios privados, creación de normas iguales para todos los actores de la economía, fortalecimiento de un sistema judicial independiente y consolidación de la sociedad.
En un desayuno organizado por el Consejo Superior de Cámaras de Comercio en un lujoso hotel, Putin prometió luchar contra la debilidad del Estado. Se trata, añadió, de fortalecer la democracia y hacer efectivo el cumplimiento de la ley a nivel local, regional y estatal. En esa línea se inserta la nueva división territorial de Rusia, con siete grandes distritos, a cuyo frente ha colocado a personas de su confianza, cinco de ellas jefes del Ejército o de los servicios de seguridad.Al igual que hizo recientemente en Moscú el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, los empresarios españoles desgranaron ante Putin el rosario de obstáculos al que tienen que hacer frente los inversores en Rusia. José Manuel Fernández Norniella, presidente de las cámaras de comercio, enumeró algunos: problemas con las homologaciones, cambios inesperados de aranceles, inadaptación de las normas internacionales de contabilidad, mal funcionamiento del sistema bancario, disuasoria fiscalidad y diferencias regionales en los incentivos a las inversiones.
Pedro Ballvé, presidente de Campofrío -empresa pionera en Rusia, con dos fábricas en Moscú- señaló, en línea con lo que ya había dicho Putin, que para que la economía funcione, hace falta un Estado fuerte. Y planteó tres peticiones al líder del Kremlin: adaptación de las normas contables, aprobación de la segunda parte del nuevo código fiscal y regulación de la explotación conjunta de los recursos naturales. Si la Duma, añadió, que ha bloqueado esas reformas las acepta ahora, las inversiones llegarán con rapidez.
Inyección de un billón
El ex primer ministro Yevgueni Primakov, líder parlamentario de la formación de centro-izquierda Patria, mostró la disposición del Parlamento a colaborar con el Gobierno en temas clave como el código fiscal, que aliviará la carga sobre las inversiones. La disminución de impuestos, según Putin, permitirá que se inyecte cerca de un billón de pesetas en la economía rusa.
Primakov añadió que se está trabajando para conceder a los inversores extranjeros los mismos derechos que a los rusos. Por cierto, Putin, que está harto de que le recuerden constantemente que fue agente del KGB, presentó a su antiguo rival político como ex jefe del espionaje exterior, cargo que ocupó antes de ser ministro de Exteriores.
A micrófono cerrado, algún empresario español no se recataba en afirmar que confía en que Putin se convierta en una especie de Pinochet ruso que ponga orden en el caos y aporte la estabilidad necesaria para hacer negocios sin sobresaltos. La idea no es nueva. Hay oligarcas rusos, como el presidente de Alfa Bank, Piotr Aven, que llevan mucho tiempo defendiéndola. Al menos en teoría, y pese a las dificultades de la transición del comunismo al capitalismo, no parece que sea necesario dinamitar las s bases del incipiente Estado de derecho ruso para lograr ese objetivo
Si las promesas de Putin se hiciesen realidad, Rusia se convertiría en uno de los mercados emergentes más atractivos del mundo, incluso para inversores españoles que son extraordinariamente prudentes. Uno de ellos reconocía las dificultades, pero hacía notar que "ahora o nunca". Mañana, añadía, "será demasiado tarde y el terreno estará ocupado por la competencia".
Rusia, afirmó Putin, puede crecer en los próximos años a un ritmo del 5% anual -casi dos puntos más que en la actualidad- , está superando las consecuencias de la crisis de agosto de 1998, ha controlado la inflación, recuperado la normalidad del mercado monetario, estabilizado el rublo y saneado el sistema financiero.
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