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Doñana hace penitencia

Tereixa Constenla

Las nueve hermandades gaditanas que peregrinan al Rocío gozan y sufren el camino a través del Parque Nacional de Doñana. Los 45 kilómetros de la vía pecuaria, que arranca a la orilla del Guadalquivir y concluye a la vera de la aldea del Rocío, constituyen, casi con certeza, los más bellos y difíciles. Complejos porque toda la vereda, un cortafuegos al que los empleados del Parque denominan "la raya", es un arenal. Y hermosos porque atraviesan un territorio singular y tan frágil que está vedado al público en general.Los peregrinos gaditanos que acuden al Rocío disfrutan de un acceso privilegiado, gracias a una tradición anterior a la protección de Doñana, que les permite incluso atravesar por la reserva biólogica, la zona de mayor protección del continente europeo, en palabras del ex director de la Estación Biológica de Doñana Miguel Ferrer. Un área de 10.000 hectáreas, restringida a los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y, ocasionalmente, a las visitas de autoridades.

En plena reserva, junto al Palacio de Doñana, que alberga dependencias de los científicos y escogido como lugar de descanso por el ex presidente del Gobierno Felipe González, se localiza una de las zonas de acampada de los rocieros. Ayer, a pesar de que las tareas de recogida de basura ya habían adecentado la zona notablemente, montículos de residuos seguían esparcidos por doquier, fuera de las cercas valladas que se instalan a lo largo de toda la vía pecuaria para depositar las bolsas de basura e impedir que jabalíes hociqueen y esparzan los desperdicios.

Los lugares de acampada son, lógicamente, los puntos donde se concentran más restos, y no siempre dónde debieran. Arrimados a cualquier pino o en el mismo lugar donde los rocieros instalaron sus mesas para comer. Los 45 kilómetros de la vía pecuaria están salpicados, aquí y acullá, de restos. Una botella, un vaso, un plato, colchones y hasta un tractor averiado, que previsiblemente recuperarán sus dueños. En cualquier caso, desde los responsables hasta los guardas de Parque creen que la concienciación de los rocieros se ha incrementado en los últimos años. Prueba de ello son los remolques que acompañan a cada hermandad para recoger las basuras y depositarlas en la trituradora instalada junto al Palacio de Doñana.

La basura, con ser espectacular, no es lo más preocupante para ecologistas, gestores y científicos del espacio protegido. El plan de limpieza, que se activa en todo el entorno de Doñana (Parques Natural y Nacional) y que financian de sus propios presupuestos, garantiza la vuelta a la normalidad del paisaje, aunque de cuando en vez algunos nidos incluyan sorprendentes materiales de construcción: plásticos y compresas.

Ha aumentado la concienciación de los rocieros -la drástica reducción de fogatas ha sido evidente-, pero también se han incrementado el tránsito de vehículos motorizados, como tractores y todoterrenos. En 1999 pasaron por la vía pecuaria 11.153 personas (entre ida y vuelta). Por el control de Malandar, instalado junto al punto de desembarque del río, entraron 886 todoterrenos y 211 tractores. Las carretas ya sólo representaron el 9% de los medios de transporte, aunque el número de caballos sigue siendo considerable (1.483).

Tanto para Guido Schmidt, de Adena, como para Juan Romero, de Ecologistas en Acción, es necesario que se limite el tráfico de vehículos con motor. "Nadie se opone a la romería del Rocío, pero ya no tiene nada que ver con lo que se hacía antiguamente, tanto por la cantidad de personas como por los medios de transporte", sostiene Schmidt. El reforzamiento del carácter tradicional, con los medios clásicos (carretas, caballos y botas), es, para Romero, el objetivo de las próximas ediciones rocieras: "Los tránsitos deben limitarse a los vehículos imprescindibles, de avituallamiento, asistencia sanitaria o para minusválidos".

El trasiego de la romería rociera incide también sobre algunas de las especies más simbólicas de Doñana, como el águila imperial, que nidifica en zonas cercanas al camino rociero. La Estación Biológica de Doñana ha solicitado al Patronato del Parque que se elabore un estudio exhaustivo sobre el impacto real de las peregrinaciones en el espacio.

Los malos tratos a la fauna no protegida

T. C Almonte

Hay otros animales que no gozan de la protección de las especies de Doñana y que sufren el camino rociero notablemente. En la aldea de El Rocío habían muerto en esta romería 13 caballos (datos facilitados por el Plan Romero hasta el sábado), a los que se agregan, al menos, otros tres que fallecieron dentro del Parque Nacional. Dos de ellos aparecieron junto al Palacio de Doñana, en la reserva biológica. Uno estaba muerto, el otro agonizó durante dos días.

Para el responsable de la reserva, Rafael Laffite, ha sido uno de los descubrimientos más desagradables: "Intentamos mantenerlo con sueros, pero estaba reventado". Pertenecía a un miembro de la hermandad de Sanlúcar de Barrameda o de Chipiona, que habían pernoctado junto al Palacio de Doñana.

El cadáver de un tercer caballo permanecía ayer en la vía pecuaria del Parque, a unos dos kilómetros del puesto de control del Manecorro, el de entrada y salida a la aldea de El Rocío. El mal trato y el descuido que sufren algunos animales durante la romería ha sido advertido por la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Sevilla.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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