Blair sufre un humillante abucheo en su reaparición pública mientras crecen las críticas a su gestión
Tony Blair sufrió ayer una espectacular humillación en la jornada que marcaba su regreso a la vida política tras el nacimiento de Leo, su cuarto hijo. El ataque partió de un sector inesperado, una sección de las 10.000 participantes en el congreso anual del Instituto de la Mujer, que interrumpió con palmadas, pataleos y abucheos al primer ministro británico. Ante un sorprendido Blair, un reducido grupo de asistentes abandonó la recepción celebrada en el estadio Wembley de Londres.La intervención de Blair, la primera en público tras dos semanas de baja paterna, se presentaba como una magnífica oportunidad para resaltar la visión del Gobierno y, en particular, del primer ministro. Pero la audiencia no quiso escuchar el credo del líder neolaborista sobre "respeto para los otros" y "oportunidades para todos". Y expresó su repulsa con claridad. Su sordo abucheo ahogó las palabras de Blair en defensa del retorno a "los valores tradicionales de la sociedad". "Una experiencia aterradora", bromeó al acercarse al micrófono. Blair lo dijo a modo de chiste para cortar el hielo, pero se convirtió en cruda realidad. El resto de su discurso quedó diluido ante las crecientes protestas. Las mujeres le censuraron por convertir el congreso en plataforma electoral del neolaborismo y la oposición política se deleitó con la humillante acogida. Para el conservador William Hague, el primer ministro demostró ayer que no sólo ha perdido contacto con el electorado, sino que, denunció, ni tan siquiera se da cuenta de sus continuos errores. Los conservadores están recortando en las últimas semanas el camino perdido, con propuestas favorables para los pensionistas, prometiendo más disciplina en ley y orden y anunciando rígidos controles para los refugiados.
Los conservadores no son los únicos que anuncian el fin de la luna de miel del Gobierno. Tom Sawyer, ex secretario general de los laboristas, expresó el domingo su descontento con la actuación del primer ministro, que no ha sabido, dijo, mantener la conexión con la población con la misma efectividad que Margaret Thatcher.
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