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En pie de guerra

VIENE DE LA PÁGINA 1 Alrededor de 60.000 personas se acercaron a las campas de Salburua a lo largo de un día muy desapacible, según los organizadores. Los cazadores y pescadores no tienen el carisma de otros colectivos, pero sí fuerza. Al menos eso es lo que se desprende del dato facilitado por los organizadores: en Euskadi, un domingo salen más cazadores al monte que gente va a ver los partidos en los estadios de fútbol.

Otro dato: 200.000 personas tienen licencia para cazar y pescar en el País Vasco. Para tranquilidad de los políticos, de momento ni cazadores ni pescadores tienen intención de organizarse en un partido político, como los que ya existen en Francia.

Agustín García, un veterano cazador pertechado con el inevitable chaleco en tonos verdosos, no pierde la oportunidad a sus casi 60 años de salir al monte todos los fines de semana de temporada en busca de alguna pieza. Según él, la mala fama que arrastra el colectivo se debe a "algunos escopeteros que se lían a tiros". "Son los menos. Las cosas han cambiado", asegura.

Para el presidente de Adecap, Juan Antonio Sarasketa, la culpa de todos los males que desazonan a los cazadores la tiene la Administración. "En lugar de presentarnos como gestores de la naturaleza, las instituciones nos persiguen hasta convertirnos en trofeos a abatir", protesta airado. "Se acabó aquello de estar rogando lo que es justo y cuesta tan poco de conceder", zanja. Así, anuncia que Adecap estará enfrente de aquellas instituciones que les "marginen" o no les equiparen "en el trato a otros colectivos de menor incidencia social, como el fútbol o el baloncesto".

Y en el lado opuesto, la Asociación para un Trato Ético con los Animales (Atea), un activa organizción proteccionista, se ha pasado el fin de semana "expidiendo" carnés de "no cazador y no pescador" en protesta por la reunión. Por medio de un tenderete instalado en pleno centro de la capital alavesa, los activistas de esta asociación han insistido en que "los supuestos derechos de los cazadores y pescadores a matar chocan con el más elemental de sus víctimas: el de la existencia".

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