De pavos y enjambre
Los unos ostentan el poder con brillantísimas plumas; los otros vuelan de flor en flor sin libar la miel. Los primeros barrieron en las últimas elecciones hasta debajo de la mesa camilla del quiosquero de la esquina. Iban bien la macroeconomía, la microeconomía, y les sonreían, y sonríen, las cifras del paro. Las carencias en muchos ámbitos de la vida pública ni les bajan el plumaje ni los humos. Responden orgullosos a cualquiera de los pardillos de la oposición - si el intrépido pardillo se atrevió a poner en duda la calidad extraordinaria de la sanidad pública -, que la crítica no es más que el ejercicio "de la más despiadada demagogia basada en la falsedad y la mentira". Y tan tranquilos. No, no son los discretos y sabrosos pavos domésticos de por aquí; esos pavos con el cuello y la cabeza desnudos y cubiertos de carúnculas. En el País Valenciano de los fuegos de artificio, éstos son pavos reales de espléndidas plumas que despliegan en forma de abanico en los medios de comunicación. Unas plumas vistosas con ocelos, con manchas redondeadas bicolores: el color del centrismo aparente y las tonalidades de la derecha real.Estos pavos reales no están solos con sus sonrientes cifras del paro, su macroeconomía y su microeconomía; les acompaña el enjambre de una oposición que a duras penas merece tal nombre. En un enjambre, de su natural, la abejas liban, es decir, chupan la sustancia azucarada de las flores y fabrican la miel, o un proyecto político cercano a las convicciones e intereses de unos ciudadanos que les votan o deberían de votarles. Junto a las abejas, otros insectos similiares, de características casi idénticas a las abejas y que habitan el mismo enjambre, no liban, ni producen miel ni proyectos: se pasean de flor en flor y son los zánganos.
Los zánganos de nuestra oposición, dicho sea con todo respeto a las condiciones biológicas propias, tienen el cerebro impermeable y nos han acostumbrado a la espuma de declaraciones huecas, a la rutina de sus mezquinas e inútiles peleas, a la insensatez de sus mentalidades de villorrio. De flor en flor y sin libar. Esta última semana y por donde Castellón, los cabecillas de la coordinadora de los críticos plantean en un documento un modelo de Estado que camine hacia el federalismo, cuestión ésta la del federalismo que preocupa en exceso al quiosquero. Los ciscaristas, dicen los corresponsales, pierden efectivos y se disgregan por la comarca de L'Horta. Tema, sin duda, que le quita el sueño al quiosquero. La ex ministra Matilde Fernández llega y se define como socialdemócrata radical, y otros hablan de socialdemocracia avanzada porque la verdad está por encima de los dogmas, y la política por encima de la gestión. Y el quiosquero, desconcertado ante tanto concepto filosófico y político, corre en busca de un refresco, porque ya no distingue las palabras de los ecos. Quizás llega a la conclusión de que estos políticos seguirán en lo irremediable, o que esperan un milagro de las nubes. Vamos, que les importa un humilde comino que el coche del partido se estrelle en la cuneta Que lo importante es tomar asiento en el vehículo y acomodarse en él lo mejor que se pueda.
¿Cómo puede extrañarse nadie del pavoneo de nuestra derecha valenciana de plumas con ocelos de aparente centrismo y derecha real? ¿Cómo no llegar a la sensata conclusión machadiana, a lo peor también la del quiosquero, de que llegado el momento de tener que elegir tanto da Julio César que Julián Cerezas? Todo un horizonte en el panorama social y político valenciano. Ilusionante, por lo demás.
