La renuncia a repartir dividendos, clave del crecimiento de Wall Street
Enrique Sentana alerta sobre la solvencia de la Bolsa norteamericana
El aumento sostenido a lo largo de una década de los valores que cotizan en Wall Street se sustenta, en parte, en una triquiñuela fiscal. Enrique Sentana, profesor del Centro de Estudios Monetarios y Financieros, explicó ayer que las grandes corporaciones optaron hace años por distribuir pagos mediante "la recompra de acciones" debido a las ventajas fiscales que entraña frente al reparto de dividendos, sometidos a un gravamen superior.
Enrique Sentana, profesor del Centro de Estudios Monetarios y Financieros, vinculado al Banco de España, explicó ayer en Valencia que el crecimiento de la autocartera de las grandes corporaciones estadounidenses se compensa, posteriormente, a través de ampliaciones de capital que permiten reducir el número de acciones en manos de las empresas.El caso de Teléfonica, que dejó de repartir dividendos durante dos años consecutivos bajo la presidencia de Juan Villalonga, no es estrictamente paralelo. Sentana comenta que Telefónica perseguía liquidez para afrontar grandes proyectos de expansión. La utilización de recursos propios para acometer inversiones es más rentable que acudir a la financiación externa. Sin embargo, el efecto sobre la cotización bursátil de la sociedad fue el mismo.
La influencia de las fluctuaciones del índice Nasdaq, que pondera los principales valores tecnológicos en Estados Unidos, sobre las bolsas europeas resulta perfectamente lógica para Sentana, debido al solapamiento de las grandes corporaciones internacionales. Y no debe sorprender que el aumento del paro en Estados Unidos repercuta en subidas de la Bolsa. "Los indicadores económicos y estadísticas reflejan el comportamiento reciente, mientras que la Bolsa mira hacia el futuro. Si suben los tipos de interés, el futuro vale menos porque se restringe la capacidad de maniobra de las empresas".
Pasión desmedida
Sentana sugiere que el crecimiento sostenido en Wall Street era "inconcebible hace unos años" a partir de los indicadores económicos. La expectativa de negocio que llevan aparejados los valores tecnológicos no era previsible. Sin embargo, advierte que "existen dudas sobre la solvencia del mercado bursátil americano" y lamenta una desmedida pasión por la rentabilidad a corto plazo. "La rentabilidad de una inversión en Bolsa no se puede medir a tres años", dice.
Los inversores estadounidenses han constituido equipos que siguen al milímetro los gestos de la Reserva Federal, los denominados fedwatchers, pero Sentana desestima sus aportaciones. Y señala que la globalización económica ha llevado a los políticos a descubrir su escasa capacidad de acción. "Los políticos reconocen que su capacidad de acción no es más pequeña que antes, sino que es más pequeña de lo que pensaban", subraya. Para ilustrar el aserto, Sentana recuerda las crisis cambiarias que atravesaron los países desarrollados en las décadas de los años setenta y ochenta, que atribuye a "un error de cálculo de los políticos". "La sostenibilidad de la moneda no se basa sólo en el voluntarismo", dice, a propósito del esfuerzo desarrollado por los socialistas franceses o los laboristas británicos antes de la llegada al poder de Margaret Thatcher para sostener el franco y la libra frente al marco.
En sintonía con Luis Ángel Rojo, gobernador del Banco de España, sobre la escasa influencia de la autoridad monetaria sobre la economía globalizada, Sentana sentencia que "los bancos centrales se han dado cuenta de que sus intervenciones son como una gota en el océano".
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