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Reportaje:

Una catedral sin devoción

La posibilidad de que la Seu Vella, el monumento más emblemático de Lleida, recupere algún día su condición de sede catedralicia ha suscitado en los últimos dos meses un apasionado debate ciudadano en el que de momento parecen llevar la iniciativa los detractores de la propuesta. Los partidarios argumentan que la rehabilitación del templo para el culto podría ser un pretexto para rescatarlo de tres siglos de ignominioso olvido.A pesar de ser un símbolo indiscutible, los leridanos siempre tendrán la mala conciencia de haber vivido de espaldas a la Seu Vella. Hay muchos ciudadanos que confiesan sin sonrojo que nunca han visitado el histórico monumento, que fue construido en el siglo XIII sobre una colina que hoy se encuentra situada en el centro histórico de la ciudad. El edificio está formado por la antigua catedral, un claustro de gran valor arquitectónico adosado al templo -en el que se conjugan el románico cisterciense y el gótico- y una torre majestuosa que constituye un mirador privilegiado.

El valioso monumento está íntimamente ligado a la historia de la ciudad: en el año 1707, durante la Guerra de Sucesión, Lleida fue tomada por las tropas de Felipe V, que ordenó cerrar la Seu al culto para convertirla en acuartelamiento militar y fortaleza. El templo fue gravemente profanado y mutilado. Esta etapa oscura y funesta se prolongó hasta 1949 y marcó el inicio de una progresiva degradación del recinto, incluidas las murallas. Actualmente, los usos de la vieja catedral se reducen a unos pocos actos litúrgicos al año, bodas, conciertos y actividades académicas y culturales. Es un monumento que, a pesar de figurar entre los más visitados de Cataluña y de haber merecido la atención de poetas, escritores, artistas y estudiosos del arte, no cuenta con la devoción de los leridanos.

De repente algo ha empezado a moverse, aunque la idea de recuperar la Seu Vella como sede catedralicia no ha sido acogida con demasiado entusiasmo por las autoridades locales. El debate se suscitó a finales de abril durante un encuentro entre periodistas y el obispo Francesc Xavier Ciuraneta. En aquella ocasión, al prelado no le pareció descabellada la idea e incluso se mostró partidario de estudiar la posibilidad de que la Seu Vella volviera a tener su condición de sede catedralicia si con ello se contribuía a la recuperación definitiva del monumento y de su entorno. Pero el paso del tiempo ha enfriado los ánimos de la curia: "No tenemos nada en contra de esa idea, pero de momento la Iglesia no la contempla como algo prioritario", señaló ayer un portavoz del Obispado de Lleida.

Uno de los abanderados de la propuesta, el periodista Josep Ramon Correal, considera que el principal objetivo de la rehabilitación catedralicia del templo no debería ser el culto, sino la excusa para movilizar a las instituciones y a la sociedad civil. "Clama al cielo el actual estado de abandono de la Seu Vella. Ahora se trata de darle vida y suscitar de nuevo el interés de la gente", señala el periodista de Lérida.

Correal opina que la asociación Amics de la Seu Vella, entidad cívica creada hace 27 años con el ánimo de recuperar, conservar y divulgar el monumento, debería liderar esta incipiente movilización para recuperar el uso integral de todo el recinto, algo que sólo puede conseguirse si las instituciones que lo gestionan -Generalitat y Ayuntamiento de Lleida- destinan importantes sumas de dinero para acometer todas las actuaciones arquitectónicas inacabadas.

El arqueólogo Joan Ramon González, presidente de Amics de la Seu Vella, afirma que recuperar la función litúrgica del templo iría en detrimento de la actual catedral e hipotecaría los otros usos. "La historia", añade, "es irrecuperable y la Seu Vella nunca podrá volver a ser la catedral de Lleida porque es mucho más que una catedral: es el elemento cotidiano que está siempre ahí, dominando la ciudad, y que nos identifica como colectivo casi tribal, por encima de las creencias religiosas". De la misma opinión es su antecesor en el cargo, el sacerdote Jesús Tarragona: "La Seu está bien tal como está ahora; es preferible no tocarla. No es el momento de plantearse recuperar el monumento como catedral porque ya tenemos una. Además, en 1970 se instauró una misa dominical y la experiencia fue un fracaso porque cada vez asistía menos gente".

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El Departamento de Cultura de la Generalitat, propietario legal del monumento, y el Ayuntamiento de Lleida, responsable de los demás edificios de la colina y de las murallas, son las que han acogido la iniciativa con más indiferencia. Estas dos instituciones, responsables de destinar las inversiones públicas necesarias para recuperar el recinto, nunca han trabajado al alimón y hasta la fecha su política se ha basado en declaraciones de principios y en actuaciones de parcheo totalmente insuficientes. El delegado de Cultura, Francesc Vidal, señala que la restauración del monumento es la principal prioridad, como lo demuestran las obras de rehabilitación efectuadas por el departamento en la Porta dels Fillols.

El alcalde de Lleida, el socialista Antoni Siurana, tampoco se muestra ahora muy ilusionado ante la posibilidad de que la Seu Vella vuelva a ser catedral, ya que la que ahora realiza esa función es más céntrica. "Si ya cuesta llenar la actual, más costaría llenar la Seu Vella", dijo con ironía. Alguien le ha recordado a Siurana que en un pleno municipal de 1991, donde se debatió la propuesta de redactar un plan especial sobre la colina, comentó: "Ojalá se convierta de nuevo en la catedral principal de Lleida y se celebren allí misas diarias. Eso significaría que habríamos recuperado el recinto para la ciudad".

Los veteranos historiadores locales Romà Sol y Carme Torres consideran que la propuesta es suficientemente osada y apasionante para que la ciudad aproveche la oportunidad de abrir un amplio y sincero debate sobre el tema. Ellos no ven nada halagüeño el futuro del monumento y se preguntan: "¿Acabará siendo un fósil emblemático, refugio de turistas?". El debate esta servido.

Herminia Sirvent

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