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Rojo: "Globalización, sí, pero..."

Como quien no quiere la cosa, Luis Ángel Rojo, gobernador de Banco de España hasta el próximo mes de julio, se preguntó el pasado miércoles: "¿Qué cabe decir de un proceso que promete grandes beneficios pero no puede prometer su distribución equitativa entre naciones y grupos sociales, qué decir de un proceso que conlleva también efectos perversos?". Fue durante una cena celebrada en Madrid. Guillermo de la Dehesa, ex secretario de Estado de Economía, presentó su libro Comprender la globalización, con dos invitados de lujo: Rojo y el vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato.La presentación de Rato fue, ante todo, la muestra de afecto a un amigo. El vicepresidente defendió el proceso de globalización, pero también advirtió de sus riesgos. Estuvo en su papel político. La intervención de Rojo quizá se convierta en un borrador de su testamento político, un rosario de preocupaciones de un banquero central en la etapa actual. O, quizá, sea un anticipo de su vuelta a las aulas universitarias, hecho que tendrá lugar con el nuevo curso.

Guillermo de la Dehesa ha elaborado un compendio de cómo se examina la globalización a través de unos 450 trabajos, entre libros y papers (escritos académicos del mundo económico). De la Dehesa defiende este proceso y cree que es algo bueno, pero no oculta sus riesgos y peligros, acerca de los cuáles, según confesión propia, ha huído a la hora de recomendar soluciones.

Rojo, que valora el trabajo realizado, señaló: "La globalización, entendida como un proceso de liberalización e integración mundial de los mercados de bienes, servicios, tecnología, trabajo y capitales, es un proceso en marcha al que aún le queda mucho camino por recorrer: lo impulsa el sector privado y se fundamenta en los avances tecnológicos, de modo que las políticas liberalizadoras que lo apoyan o acompañan no son, en mi opinión, protagonistas del proceso sino que reconocen los graves costes y la inutilidad de los esfuerzos por detenerlo mediante controles e intervenciones".

He aquí la idea: los mercados -esos "jodidos mercados", como lo llamó Clinton poco antes de asumir, en 1993, su primer mandato en la Casa Blanca- dictan la ley y los políticos se encargan de cumplirla. Dick Morris, el consultor que ayudó a Clinton a ganar en 1996, explica en su libro Vote.com lo siguiente: "Es Alan Greenspan, no Bill Clinton, quien dirige el sistema financiero y económico de la nación. Es él, no el presidente, quien decide cuanto desempleo o inflación deben ser tolerados". Greenspan, a su vez, sería el más dotado intérprete de los mercados. El superdotado.

Rojo tiene razones para subrayar la desigualdad en la distribución de los beneficios. En el país que irradia la globalización, Estados Unidos, esa desigualdad no hace sino agravarse. El profesor Edward Wolff, de la New York University (NYU), que ya vaticinaba su crecimiento en su libro Top Heavy , en 1996, señala, según el semanario Business Week, que "la expansión ha sido muy buena para el capital, pero no para los trabajadores".

El quinto más bajo de las familias norteamericanas recibe, según Wolff, menos de 4% de la renta nacional, mientras que la quinta parte más alta se lleva a casa la mitad de la renta nacional. Rojo también habló del "contagio", de la crisis financiera que "se propaga con rapidez habida cuenta que un mundo globalizado hay que mantener la confianza". El gobernador cree que este fenómeno, contagio de economías sanas a menos sanas, existe. "Y no se puede explicar por modelos racionales de eficiencia de los mercados". Conclusión: muchos pensarán que la globalización deberían librarse de amigos como Rojo, para ocuparse ella sola de sus enemigos.

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