La facultad que surgió del sótano
La historia del origen y la consolidación de los estudios de Farmacia en la Comunidad Valenciana es la de una obstinada vocación científica -interrumpida sistemáticamente por los poderes públicos desde sus inicios en el siglo XIX- hasta que en 1992 alcanzó la autonomía plena como facultad al obtener "un espacio propio" en el campus de Burjassot de la Universidad de Valencia.Después de 25 años y dos emplazamientos "prestados", ocho decanos, casi 6.000 licenciados y 475 doctores, la Facultad de Farmacia conmemora sus bodas de plata en el campus de Burjassot. El acto académico, que dio inicio a las actividades y exposiciones programados, estuvo presidido ayer por el rector Pedro Ruiz y el catedrático de Historia de la Medicina, José María López Piñero, que pronunció una conferencia sobre La tradición científica de la Facultad de Farmcia desde el Renacimiento al siglo XX.
Todo comenzó en el último tercio del siglo pasado, concretamente en 1868, cuando el rector de la Universidad solicitó a la Diputación la creación de una Facultad de Farmacia, amparándose en el decreto sobre instrucción pública. La propuesta fue aceptada y aquel mismo año se iniciaron los estudios de lo que fue inicialmente la Facultad Libre de Farmacia.
La experiencia educativa duraría, sin embargo, escaso tiempo. El 28 de septiembre de 1874, la Diputación acordó la supresión "por falta de prosperidad de la Hacienda de la Corporación provincial". Valencia no volvió a tener estudios de Farmacia hasta 1974, cuando en los sótanos de la antigua Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas recomenzaron las clases, con una matrícula de 739 alumnos ese año, atrincherados en dos únicas aulas.
La falta de espacio forzó dos años después a habilitar unos comedores universitarios que había en la zona de Odontología de la Facultad de Medicina, para instalar aulas y laboratorios, que rápidamente quedaron desbordados, decidiéndose en 1978 su traslado a la antigua Facultad de Ciencias. El decano actual, Antonio Simón Fuentes, recuerda ahora "las deplorables condiciones" que padecieron en aquel viejo edificio de 1944. Simón Fuentes recuerda, incluso, anécdotas domésticas que se sucedían en aquel espacio, como cuando un profesor pidió algunas estufas en una junta de centro para paliar el frío que padecía en su despacho situado en los sótanos. La queja se resolvió instalando una caldera en todo el edifició que tenía tanta potencia que sofocó a toda la facultad.
En medio de estas visicitudes que comenzaron en 1974, los estudios de Farmacia sobrevivieron a todo hasta que en 1992 se trasladaron "definitivamente" a un edificio propio del campus de Burjassot. El cambio de emplazamiento, sin embargo, tampoco fue un camino de rosas, puntualiza el actual decano. Desde aquél primer traslado se pedía la construcción de una facultad propia. Pero el momento político -finales del franquismo y principios de la democracia- aplazaba cualquier proyecto", hasta que en 1989, después de la recalificación y cesión municipal de terrenos, se encargó el proyecto al arquitecto Antonio Escario, que un año después de la inauguración del edificio en 1993, recibió el Premio Nacional de Arquitectura.
Ahora, un cuarto de siglo después, una exposición de fotografías y documentos y archivos antiguos recuperan la memoria histórica de una facultad que surgió de los sótanos y de la vocación.
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