"La estrategia nacionalista de excluir para avanzar está teniendo malos resultados"
Probablemente la palabra que más repite Carlos Trevilla, secretario general de UGT-Euskadi, es "cohesión", en dura pugna con otra no menos expresiva: "redistribución". Pero no las usa en un contexto hueco o doctrinario, sino como un instrumento de la ideología de la vida cotidiana, algo así como los dos pilares sobre los que residir la coincidencia, el punto de partida inquebrantable de cualquier sindicalista, de cualquier trabajador, de cualquier ciudadano.Pregunta. ¿Cuál es la radiografía del sindicalismo del siglo XXI?
Respuesta. El sindicato tiene una necesidad de adaptarse a una nueva realidad porque cuando teníamos todas las respuestas nos han cambiado las preguntas. Hoy tiene que ser un sindicato muy a ras de tierra pero a la vez muy fuerte en la globalización. Un sindicato mucho más de base, que haga del trabajador un sujeto activo. Un sindicalismo muy diverso y muy plural sociológicamente. Es decir, no vale el sindicalismo industrial, masculino, de gran empresa. Adaptarse a la nueva diversidad, fragmentación y desestructuración de una clase trabajadora de intereses distintos, entre los instalados, los amenazados y los excluidos, tiene que vertebrar solidaridades y tiene que vivir también en una esfera globalizada. Hoy los sindicatos nacionales, en el espacio exclusivamente nacional, no sirven o servimos poco.
P. ¿Traspasar la frontera de la negociación colectiva pura y dura?
R. El sindicato debe tener una dimensión institucional y no tiene que quedarse en las puertas contractuales de la negociación colectiva de la empresa, sino preocuparse también de aquello que se decide en los ámbitos institucionales, por ejemplo la fiscalidad, la protección social, el mercado de trabajo. Actualmente, el riesgo de americanización de las relaciones laborales y del modelo de sociedad en Europa es muy real y el riesgo del subempleo, de la precarización y de trabajar con pocos derechos y de ser excluidos potenciales permanentes es necesario hacerlo no sólo en las empresas sino en las instituciones.
P. El repaso de los últimos años puede ofrecer la imagen de un sindicalismo desvinculado de la realidad institucional y política
R. No. Creo que nos somos ni autosuficientes ni equidistantes respecto a la política. Incluso en algunos momentos hemos hecho oposición política y no oposición social, en momentos en que había un vacío de oposición política. Otra cosa es lo que llamaría yo las políticas partidarias. A mí me parece que el sindicato no es neutral políticamente porque tiene un modelo de sociedad. Otra cosa es la frontera entre lo político y lo sindical. Cuando un sindicato lucha por los servicios públicos, o las prestaciones públicas, por las pensiones, la sanidad o la educación esta luchando por la igualdad. Por eso la automarginación de la política de un sindicato es caer en un corporativismo y en una debilidad.
P. Sin embargo en la primera legislatura del PP se ha ofrecido la imagen de acuerdo entre los sindicatos y el PP, el partido que presenta la versión española del neoliberalismo.
R. Nosotros somos el sindicato que ha hecho acuerdos con todos los gobiernos. La historia del PP ha coincidido con un buen momento económico. Y el PP ha tenido la habilidad de no haber utilizado marcos normativos importantes. No ha hecho ninguna reforma dura sobre lo que nosotros representamos. Es decir, tenía el margen que le daba la situación económica y que le daban las políticas anteriores. Con lo cual hemos aprovechado el momento para sacar una negociación de cosas positivas: el acuerdo sobre estabilidad en el empleo, el acuerdo de pensiones, de tiempo parcial, la mejora de la ETTs. Tal vez hayamos dado la imagen de legitimación de las políticas del PP. Nosotros valoramos muy negativamente la dimensión social de las políticas del PP, porque no ha aprovechado el momento económico para haber hecho un buen momento social: ha erosionado los mecanismos redistributivos del Estado, fundamentalmente a través de una fiscalidad regresiva (ha bajado los impuestos visibles y ha subido los impuestos invisibles), con lo cual ha atacado a los mas débiles; los mecanismos de protección social los ha erosionado y por último las privatizaciones, que han sido un buen negocio para el sector privado. Con esa lectura vamos a ir al diálogo social.
P. Una dinámica que parece muy distante en el País Vasco, al haber un sector que interpreta estos problemas como algo lejano, casi secundario y discutido teóricamente.
R. El País Vasco vive una especie de esquizofrenia colectiva. Hay una coincidencia de lo que yo llamo políticas de talla única, es decir modelos aliados con las políticas del PP. Cuando repasas el presupuesto de la CAV, ves que es tremendamente restrictivo, ajustador y fiel al pacto de estabilidad y del control monetario y presupuestario y con unas gotitas de un poco de prestación social y vives modelos políticos divergentes y antagónicos en el modelo de Estado, resulta que esto último es preeminente y dominante sobre la discusión de los problemas reales. Por ejemplo, vivimos demasiados años en el País Vasco un victimismo estéril, confrontaciones inútiles que en este momento son fractura política, mercadeo político que han desprestigiado y desestabilizado nuestro autogobierno. A mí me parece que los problemas reales de la ciudadanía vasca están ocultados y no están siendo abordados. Y cuando se abordan desde las instancias políticas se hace desde políticas conservadoras.
El papel redistributivo del modelo social se está deteriorando. Hay una complicidad del Gobierno español y el Gobierno vasco en favorecer los intereses de las patronales, y una complicidad del Gobierno vasco con la patronal vasca para hacer unos presupuestos de rigor salarial e impedir la reducción del tiempo de trabajo y las 35 horas. También se están aumentando las subvenciones a los empresarios. La fiscalidad es muy parecida. Hay una lógica coincidente en estos temas. ¿Cuál es el problema? Que tenemos un gobierno antisistema, que gobierna bajo un marco determinado y que dice que hay que hacer un proceso constituyente nuevo.Y tenemos un gobierno, unas administraciones, que han hecho de la confrontación entre ellas la regla y de la colaboración la excepción, tanto en los temas de seguridad como en los temas de política industrial.
P. El sindicalismo tampoco se distingue por la colaboración sino que está inmerso en la fractura política.
R. Yo siempre he dicho que no había venido aquí para luchar contra ELA y LAB. La estrategia nacionalista, sindical y política, de excluir para avanzar está teniendo malos resultados tanto en la vertebración política de la sociedad vasca como en la cohesión social. La política de excluir para avanzar, fractura, divide, debilita al movimiento sindical y la política de petrificar o hacer un reduccionismo de ámbitos sindicales para resolver los problemas de los trabajadores vascos es corporativizar la acción sindical.
Por eso he defendido que hay dos sitios de encuentro: la defensa de la ciudadanía política, ya que por desgracia el marco vasco tiene un problema de libertades, y luego la defensa de la ciudadanía social, que es la defensa del derecho a vivir con dignidad, que comienza por el derecho a un trabajo decente. Todo
comienza por el derecho al trabajo. Pero la defensa de la ciudadanía social hoy está supeditada a la fractura política. Es más importante la construcción de la comunidad nacionalista que la defensa de los intereses de los trabajadores. Yo cuando me defino lo hago como un sindicato vasco no nacionalista y desgraciadamente víctima, yo no soy agresor. Y cuando defiendo el sindicalismo de acción estatal lo defiendo por una cohesión social. Culpar al sindicalismo estatal como un agresor a lo que llamaría las competencias del autogobierno es querer españolizar a un sindicalismo de clase, que si algo ha tenido en su historia es la dimensión internacional que hoy es más necesaria que nunca por la globalización económica.
P. ¿El ámbito se ha convertido en el problema cotidiano?
R. Cuando llega una oportunidad como la que tenemos ahora, decir que eso es legitimar al PP, sindicalismo de acompañamiento, etc....¡qué va! Los resultados son los resultados. A los sindicatos hay que medirlos por lo que consiguen, no sólo por lo que piden . Y la pregunta es cuáles son las mejoras en relación laboral que ha habido en estos tres últimos años en el ámbito vasco.Hoy ser joven, mujer o mayor de 45 años es estar en el pozo negro del mal trabajo. Ese es un sitio de encuentro. Si la fiscalidad del Gobierno vasco y el Gobierno central ha sido regresiva también debería ser un sitio de encuentro. Si los accidentes de trabajo son la expresión más cruel del trabajo sin derechos también es un sitio de encuentro sindical. Todavía tenemos la oportunidad de ser un factor de cohesión social.
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