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Retrato de Dorian Gray

Ha habido una aparición en la Plaza del Carmen de Granada, al pie del Ayuntamiento: una acampada de parados ha surgido de pronto en nuestro mundo, el mejor de los mundos posibles. Es una obscenidad esta erupción de tiendas de campaña, todas iguales, ampollas o iglús de plástico para parados que piden trabajo. Son tan inverosímiles estos parados que el gobierno del Ayuntamiento se los atribuye a la oposición, que es la derecha. La derecha, según la izquierda granadina, organiza este movimiento de masas proletarias.Puede ser. Todos los gobernantes presumen de construir un mundo perfecto y todas las oposiciones se afanan en demostrar que el gobierno miente. Pero la invasión de los parados existe, iniciada desde los barrios más alienígenas de la ciudad. No hay ciudad que no posea zonas extraterrestres, su retrato de Dorian Gray (verdadera imagen de su alma): calles que los sensatos nunca pisan. Nuestro mundo feliz niega la existencia de los que no viven como nosotros, o les atribuye una realidad absurda y lejana, incomprensible, en planetas remotísimos libremente elegidos por sus habitantes. El Ayuntamiento de Granada dice que los aterrizados en la Plaza del Carmen sólo son un instrumento del PP.

Es probable: la lógica de los enfrentamientos políticos permitiría una cosa así. Felix Bayón, a propósito de las listas de espera en los hospitales, recordaba que pueden ser utilizadas para un ataque aniquilador contra la sanidad pública. ¿Está a punto de producirse una ofensiva publicitaria de las compañías médicas privadas? No lo sé. Pero la batalla de las listas de espera me enseña cómo un buen programa político mejora nuestro mundo. El programa utilizado para reducir las listas desesperantes parece haber sido éste: abrir listas de espera para entrar en las listas de espera, y recetar al paciente pruebas interminables que exigen su inclusión en interminables listas de espera previas a la lista de espera oficial, siempre a la espera de que el paciente desista o desespere.

Esta sabiduría burocrática, universal, es de derechas y de izquierdas, democrática manera de endulzar la realidad. Así bajan las listas de espera, y el mundo es mejor, y no hay necesidad de hablar nunca de cómo lo vamos mejorando. Yo oigo conversaciones en las que alguna criatura feliz celebra trabajar sólo ocho o nueve horas al día, asegurado y con contrato (a tiempo parcial), y siempre hay quien se extraña de que el afortunado sólo trabaje ocho o nueve horas y con un contrato (fraudulento): muchos no tienen contrato o trabajan doce horas diarias. Pero nunca he oído a ningún dirigente ponderar el papel de la economía fantasma en Andalucía. Callar ayuda a vivir bien, más tranquilos. Tienes que echarte a temblar cuando alguien te dice:

-¿Puedo decirte la verdad?

Así que es incómodo este anacrónico campamento de parados en el centro de Granada, este revoltijo de bolsas de plástico y mochilas y pancartas y vida íntima y descontenta al aire libre (Gran Hermano granadino). Deja la sospecha de que el mundo no es exactamente como lo estamos viendo.

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