Una avería táctica en la mejor línea del Valencia
Tácticamente el Valencia se desangró por donde menos se intuía: por el centro, lo que cortocircuitó a un equipo agigantado en los últimos tiempos por el aplomo de sus cuatro medios. Jugadores de alto voltaje para defender y atacar. Pero el sólido y compacto diseño de Héctor Cúper quedó hecho añicos por la incapacidad de sus centrocampistas para ajustar la posición flotante de Raúl.Vicente del Bosque tejió una línea de cuatro centrocampistas, con los laterales infiltrados y Mc Manaman al lado de Redondo. De esta forma, Raúl, a espaldas de Anelka y Morientes, quedó liberado. Mal asunto para el rival, que vivió la noche, sobre todo el tramo decisivo del choque, angustiado por la posición del talentoso jugador madridista.
En desventaja por el centro, cinco madridistas frente a cuatro valencianistas, Farinós se colgó de Redondo, lo que obligó a Gerard, distinguido por su poderosa llegada, a tapar en demasiadas ocasones a Raúl. Killy y Mendieta bastante tuvieron con Michel Salgado y Roberto Carlos, sobre todo el primero, ligeramente lesionado y poco apoyado por su lateral, Gerardo, un jugador poco sutil y sin recorrido.
Además, Del Bosque había ordenado a Mc Manaman que explotara la debilidad del costado izquierdo de la defensa rival. El inglés dio lo mejor de sí mismo y puso en jaque al Valencia, que se lió a la hora de averiguar quién demonios era el encargado de sostener las arrancadas de McManaman. Fueron evidentes y numerosas las discusiones entre Farinós y Gerard, contrariados con una situación que no parecían tener prevista. Como también fueron elocuentes las señas de Cúper: su primera conversación con el partido en juego fue con Kily y Gerardo, y sus mensajes más reiterados fueron para Farinós.
Farinós y Gerard sólo intercambiaron su papel en una jugada durante el primer tiempo, en la que el ex azulgrana estuvo a punto de cabecear frente a Casillas. A la vista del descosido que se estaba produciendo, Farinós multiplicó su actividad, al tiempo que acentuó su confusión para distribuir la pelota. Sólo esporádicamente, Mendieta y Kily González pudieron acercarse al área madridista; pero, tras cada una de sus punzadas, el Valencia pasaba un mal trago por el empuje de los dos laterales-centrocampistas del Madrid y la inteligente desubicación de Raúl.
Apagado el Valencia en la caldera, el Madrid, con un punto más de vitalidad, pasó una noche más cómoda de lo que soñaba. La tiza de Del Bosque le sonrió.
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