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Doce poetas protagonizan el Festival Internacional de Poesía más latino

El extenuante maratón de los "Set dies de poesia" obliga a los organizadores a echar mano de la química para resistir

Catalán, castellano, gallego, portugués, francés, inglés y croata. Éstos son los siete idiomas en que escriben los 12 poetas de todo el mundo invitados al XVI Festival Internacional de Poesía de Barcelona, que se celebra esta noche en el Palau de la Música de la ciudad (22.00 horas, 800 pesetas). En esta ocasión el exotismo viene del Líbano, Quebec y Croacia, pero sobre todo de Cuba y del Brasil, de donde procede Elisa Lucinda, una recitadora excepcional que puede presumir de vivir exclusivamente de la poesía.

Lucinda es propietaria de una escuela de poesía en Río de Janeiro, "donde no se enseña a escribir, sino a recitar", precisó ella misma ayer durante la presentación del festival. Dramaturga y actriz de televisión, esta brasileña de 42 años se presenta como uno de los grandes atractivos de la velada.También lo son la croata Sibila Petlevski y el barcelonés Raimon Ávila, doble ganador de los Juegos Florales de Barcelona en los años 1997 y 1999, los dos invitados más jóvenes de una edición que Àlex Susanna, organizador del festival, presentó como "la de más juventud de cuantas llevamos hasta ahora". "Y esto de la edad no es baladí", añadió Susanna, "porque significa calidad individual, ya que normalmente el reconocimiento suele llegar cuando los poetas ya son mayores".

A este respecto, el mallorquín Bartomeu Fiol replicó: "Ahora que me llegan los reconocimientos se me van las ganas de escribir, cuando yo preferiría lo contrario". Fiol es un caso singular de escritor autodidacta, marginado de las esferas públicas durante casi toda su vida y dotado de una voz grave y personalísima que sin duda complacerá a los asistentes.

El cartel del festival internacional lo completan, en lengua catalana, Jordi Sarsanedas; en castellano, los valencianos Guillermo Carnero (reciente ganador del Premio de la Crítica) y Jaime Siles y la cubana Reina María Rodríguez; en gallego, Ramiro Fonte; en francés, la quebequesa Hélène Dorion (recién traducida al catalán) y el libanés Abbas Baydoun; y en inglés, el chipriota Michalis Pieris.

Silvia T. Colmenero

El efecto Transilium

Finalmente saltó. No podía más, y saltó. Tras media docena de recitales, David Castillo, a quien el cargo de coordinador del ciclo Barcelona Poesia obliga a limitarse a la ingrata tarea de presentador, agarró el primer micrófono que se le puso a tiro y se desfogó. Leyó cuatro poemas suyos, los poemas fueron del gusto del respetable y el poeta metido a presentador se quedó tranquilo.La cosa ocurrió durante la sesión nocturna del lunes, cuarta jornada de los Set dies de poesia a la ciutat, titulada Paraula íntima: una mezcla intergeneracional, de la veteranía octogenaria de Jordi Sarsanedas a la juventud veinteañera del último descubrimiento castillano, Núria Martínez Vernis. De lo que se deduce que el Transilium no basta cuando el consumidor lleva cuatro días sometido a la tensión de un maratón de versos, sea presentador o currante sin más. Porque igual de transilizados están los bolsillos de la gente del Instituto de Cultura de Barcelona, en especial los de las chicas (Rosa, Neus, Ester y Rosa) y del martirio de los periodistas (Carlos). Porque los poetas lucen mucho cuando recitan, pero llevarles y traerles de los hoteles, darles ánimos, pasearles, recordarles las citas, proveerles de agua (o derivados) y demás ya es otro cantar. A juzgar por lo que se vio el lunes, pues, es de justicia reconocer las virtudes del Transilium: Núria Martínez asombró por un aplomo impropio de su edad (más propio de la Estrella, admitió), Corredor Matheos por una gimnasia sobre la creación del verso de lo más ocurrente, y el malagueño Antonio Garrido por otra gimnasia, la de catre, reproducida fielmente en unos versos y un recitado cristalinos.

Lástima que nadie pensase a proporcionarle una dosis al actor que recitó en la sesión anterior, Homenatge a Màrius Torres. Leyendo a velocidad de vértigo, al chico se le escapaba el tevetresenc sin remedio, de modo que los versos del malogrado poeta leridano, en vez de a premonición de muerte por tuberculosis, sonaban a reportaje del Canal 33 sobre la belleza del sanatorio donde Torres finó (además de dejar atrás la espléndida guitarra de Ferran Molins, quien ya había triunfado en el concierto de Transmisèria).

Última oportunidad para terminar las existencias del tranquilizante: mañana jueves en el Rita Blue (plaza de Sant Agustí 3, 23.00), el off festival homenajea a Maria Mercè Marçal en la voz de... ¡74 poetas!

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