La presión fiscal subió el año pasado por los impuestos que gravan el consumo
Lo que Hacienda da con una mano, lo quita con la otra. Los contribuyentes, individualmente, pagaron el pasado año menos por el IRPF pero lo compensaron con creces por los impuestos derivados de las subidas de los precios de las gasolinas y el tabaco, las compras de coches, el consumo de electricidad o las nuevas retenciones sobre seguros de vida, fondos de inversión y alquileres de inmuebles. El resultado es que la presión fiscal volvió a subir el pasado año, hasta el 35,3% del PIB, 0,67 puntos más que en 1998. Durante toda la legislatura pasada, el porcentaje que se queda Hacienda de toda la riqueza generada aumentó dos puntos.
Este aumento constante de la presión fiscal en los últimos años no sólo se explica por la prolongada etapa de expansión que vive la economía española. También responde a las subidas de precios en productos de gran consumo como las gasolinas o el tabaco, los nuevos impuestos sobre primas de seguros y consumo de electricidad y las nuevas retenciones sobre seguros de vida, fondos de inversión y alquileres de inmuebles.Tanto es así que el nuevo impuesto sobre la renta y la rebaja de retenciones sobre el trabajo y del capital con que se puso en marcha el pasado año, ha quedado sobradamente compensado para Hacienda, sobre todo, por los impuestos que gravan el consumo. El sistema fiscal español ha dado así un vuelco en favor de los impuestos indirectos; es decir, aquéllos que recaen en los contribuyentes independientemente de su nivel de renta.
Según datos de la Intervención General de la Administración del Estado, aún no publicados oficialmente, la presión fiscal alcanzó el pasado año el 35,37% del PIB, 0,67 puntos más que el año anterior y 2,02 puntos por encima de 1996. Aquí se incluyen tanto los impuestos como las cotizaciones sociales de las tres administraciones; es decir, el Estado, la Seguridad Social, las comunidades autónomas y los ayuntamientos.
El 80% de ese aumento de la presión fiscal el pasado año responde a los impuestos ligados a la producción y las importaciones (el IVA sobre todo). El 11% se origina en las cotizaciones sociales y el 9% restante es consecuencia de los impuestos sobre la renta y el capital.
El avance de la presión fiscal el pasado año significa que la recaudación de las distintas administraciones ha crecido más deprisa de lo que lo ha hecho la economía. Los ingresos ascendieron a 36,066 billones de pesetas, un 8,1% más que el año anterior, frente a un crecimiento económico nominal (sin descontar la inflación) del 7%.
Además de los impuestos sobre el consumo, las cotizaciones sociales efectivas también han contribuido al aumento de la presión fiscal. El pasado año, el crecimiento de esta partida fue del 7,6%, seis décimas más que la economía. Aunque se redujo el ritmo de creación de empleo (un 3,4%, tres décimas menos que en 1998), las afiliaciones a la Seguridad Social superaron a las de 1998 (un 5,5%, cuatro décimas más). También influyó decisivamente la elevación por encima de la inflación prevista (el 1,8%) de las bases máximas de cotización para las categorías profesionales intermedias.
Mucho más elevada fue la contribución de los impuestos indirectos al aumento de la presión fiscal el pasado año. El impuesto sobre el valor añadido (IVA) recaudado por el Estado aumentó un 17,1% (diez puntos más que el crecimiento económico nominal), lo que obedece al crecimiento de las importaciones, al aumento de los precios de los combustibles y a la fuerza del consumo privado.
Dentro de los impuestos especiales, el que más creció fue el que grava la compra de automóviles (un 27%), debido a que las matriculaciones de turismos se dispararon el pasado año un 18,1%. Después, el de mayor aumento fue el del impuesto que grava el recibo de la luz de los hogares (un 18,4%).
Gravamen de hidrocarburos
El impuesto sobre hidrocarburos -que es fijo por litro y en él no influyen, por tanto, los precios- creció un relativamente moderado 6,5%, a pesar de que la cuantía a pagar subió el pasado año un 1,8% y del aumento de las matriculaciones de coches. Esto podría ser consecuencia de un elevado nivel de fraude, sobre todo en el gasóleo.
Más baja fue la recaudación del impuesto que grava el consumo de tabaco (un 3,6%), a pesar de las subidas de precios que tuvieron lugar el pasado año. La causa es que, ante la expectativa de este aumento de precios, a finales de 1998 se produjo un fenómeno de acaparamiento, lo que hizo caer notablemente las ventas a lo largo del primer trimestre de 1999.
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