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Entrevista:AMIGOS Y VECINOSJORDI ESTEVA

"Me interesan los mundos que desaparecen" RAMON DE ESPAÑA

Pregunta. Te veo inquieto, Jordi. ¿Ganas de volver a salir corriendo?Respuesta. La verdad es que nunca he sabido quedarme mucho tiempo en el mismo sitio. Y menos que en ninguna otra parte, en mi propia ciudad. Tal vez el único lugar en el que consideré la posibilidad de quedarme varios años fue El Cairo, pero me echaron. Durante 15 años he tenido prohibida la entrada en Egipto: no hace nada que me levantaron el arresto.

P. ¿Qué sucedió?

R. Pasé la primera mitad de los ochenta en El Cairo. Me matriculé en la Universidad Americana, aprendí árabe, conseguí algunos trabajos bastante bien pagados, uno de ellos como traductor para el Ministerio de Agricultura... Y supongo que me relacioné con quien no debía. De repente, el Gobierno empezó a ver subversivos y comunistas por todas partes. Se cebaron con los egipcios, pero a los extranjeros también les cayó lo suyo. A mí me acusaron de ser un peligroso trotskista y me encarcelaron. Sólo fueron 15 días y gracias a nuestra embajada pude volver a España, pero no resultó una experiencia muy agradable... Recuerdo que tuve que hacer transbordo en Zúrich y que me impresionó mucho el contraste entre la Europa nevada y el África soleada...

P. Tu interés por los países árabes viene de antiguo, ¿no?

R. De muy antiguo. De la infancia, diría yo. En cierta medida, empezó por una fascinación hacia los gitanos. Recuerdo que de pequeño, en el pueblo de veraneo, cuando llegaban los feriantes, que eran gitanos, todo el mundo se asustaba y, prácticamente, encerraba a las criaturas por miedo a que las secuestraran. Y yo, niño de la aburrida y mezquina burguesía catalana franquista, me moría de ganas de que me secuestraran, convencido de que mi vida con los gitanos sería mucho más divertida que con mi abuela... Gracias a los gitanos tuve mi primera epifanía seudoislámica: proyectaron en la plaza mayor del pueblo El ladrón de Bagdad y me quedé pasmado.

P. No debes de estar muy de acuerdo con lo de que Oriente es Oriente y Occidente es Occidente, ¿verdad?

R. No creo en las razas, sino en las personas. A mí los árabes me aceptaron porque los trataba como a iguales y porque me había tomado la molestia de aprender su idioma. Lo que no se puede hacer es ir por ahí de gringo tonto, de occidental paternalista que flipa con lo exótico. En esa trampa han caído muchísimos. Incluso Jean Genet, en uno de sus libros, narraba un Egipto en el que sólo salían elegantes damas europeas que tomaban el té a las orillas del Nilo.

P. ¿Qué opinas del ascenso del fundamentalismo islámico?

R. No es más que una interpretación equivocada del Corán y los occidentales somos en parte responsables de ella. Los islamistas identifican Occidente con la corrupción y se refugian un tanto simplonamente en lo que ellos creen que es la auténtica palabra de Dios... De todas maneras, estoy un poco cansado de que solo nos acordemos del islam para hablar del fundamentalismo, de la miseria o de la ablación del clítoris. Cosas espantosas todas ellas, estoy de acuerdo, pero yo he encontrado otras realidades en mis viajes que no veo reflejadas en la prensa de aquí.

P. ¿Por ejemplo?

R. Coge el tema de la miseria, sin ir más lejos. Hay países árabes en los que la miseria es comparable a la de algunos países suramericanos. ¿Por qué en Colombia la miseria genera una violencia muy superior a la de cualquier nación árabe? Yo en Egipto no he visto niños con navajas apuñalando a un conductor de autobús para quedarse con la recaudación... Y no me quiero poner profundo o místico, pero en algunos personajes, los viejos exclusivamente, he intuido conexiones con otras realidades, con maneras distintas y más sabias de entender el mundo... Acabo de volver de un viaje a Omán y he grabado más de cuarenta horas de conversación con esos viejos. Hablan conmigo porque sus hijos y sus nietos no les escuchan. Lo que dicen es interesante y va a desaparecer. Supongo que esos viejos simbolizan algo que me fascina: los mundos que desaparecen.

P. ¿Dónde aparecerán esas conversaciones?

R. En un libro que estoy escribiendo para Península que se llamará Los árabes del mar. La imagen que tenemos del árabe es siempre la de alguien que está en el desierto o, por lo menos, en secano y sudando la gota gorda. Tenía ganas de explicar la expansión árabe por mar, que les llevó hasta el Índico y que se basó, lo que me parece interesante, no en la bofetada y tente tieso típica de cualquier colonizador, sino en el comercio.

P. ¿Una colonización a través de la seducción?

R. Más o menos. Piensa que el de Omán es un islam muy especial en el que las principales influencias son indias. Mientras que aquí nos tragamos todo lo que llega de Nueva York, allí se fijan en India. Las mujeres llevan sari, las películas que arrasan son las que fabrica Bollywood, la factoría cinematográfica de Bombay... Lo cual te lleva a pensar que lo de las metrópolis y los imperios también es muy relativo.

P. Ya no tengo muy claro si eres un fotógrafo que escribe o un escritor que hace fotos.

R. Tranquilo, yo tampoco. La verdad es que empecé a hacer fotos porque me daba miedo escribir, pero nunca quise practicar eso que llaman fotografía artística. Para mí, la fotografía siempre ha sido un vehículo para explicar cosas que me apetecía mostrar. A veces, cuando tengo que escribir y retratar prácticamente a la vez, me entra una esquizofrenia terrible: cuando estás encuadrando, literalmente, no oyes lo que se dice a tu alrededor.

P. A mí me gustan tus fotos porque huyen de ese paternalismo del que hablabas antes. Muestras sin juzgar y no buscas elevar la moral del occidental bien comido que presencia los horrores del mundo.

R. Para eso ya está Sebastião Salgado, ¿no?

P. Como decía Colita, ese hombre es una multinacional del sufrimiento. Debería trabajar para Benetton, ahora que han echado al plasta de Oliviero Toscani. ¿Qué fotógrafos te han influenciado?

R. Yo no hablaría de influencias, que es algo más de fotógrafos en stricto sensu. Hay gente que me interesa, pero no más que los escritores o viajeros cuya obra me ha servido de estímulo.

Vicens Gimenez

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