"Nunca me escapo de mi pasado"
Cuatro años después de haber abandonado A Coruña, la casa de Miroslav Djukic, en el pueblo valenciano de L'Eliana, sigue repleta de fotografías que retratan sus seis años en el Deportivo. Seis años de mucha gloria y de algún espectacular fracaso, pero este ex conductor de tractores serbio que a sus 34 años triunfa en el Valencia, no reniega de nada de su etapa deportivista. Ni siquiera de aquel día maldito en que falló en el último minuto del último partido el penalti que le privó de la Liga 93-94 al Deportivo. "Eso nunca se olvida. Va siempre conmigo. Forma parte de la historia del fútbol. Nunca me escapo de mi pasado. Pero está superado: llevo seis años jugando, luchando, consiguiendo objetivos...".Aquel fatídico día enfrente estaba el Valencia, el otro club que ha marcado su vida deportiva. "Son dos clubes muy grandes que me lo han dado todo. Allí conseguí una Copa y una Supercopa. Lo mismo que aquí, bueno... aquí también voy a ganar la Copa de Europa [la final se disputa el 24 de mayo en París ante el Real Madrid]". González, entonces portero valencianista, le paró aquel penalti a Djukic. Pero el serbio no le guarda rencor alguno. Ni ante la posibilidad de que aquellos jugadores del Valencia se embolsasen dos millones de pesetas cada uno de una prima del Barça. Al revés. "Primar por ganar es positivo porque hay equipos que llegan al final sin jugarse nada y, si no los priman, no son competitivos". De aquel Valencia, Djukic mantiene una buena amistad con su compatriota Mijatovic, ahora en el Fiorentina. "Yo nunca le dije nada a Mijatovic. El Valencia no nos quitó la Liga. La perdimos nosotros. No quiero que nadie me regale nada".
Pero, ¿quién era Djukic antes de aparecer por la Liga? Miroslav Djukic pertenece a una familia muy humilde de agricultores de Sabac, donde todavía vive su madre y su hermano (su padre falleció hace dos años) y siguen cuidando de la tierra (maíz, trigo...) y de sus animales. "No saben hacer otra cosa". Miroslav empezó muy tarde a jugar al fútbol. Trabajó hasta los 21 años de conductor de tractores y conserva algunos de los amigos de entonces. Jugó por puro placer hasta que fue a probar al Macva, de la Segunda División serbia, y alguien advirtió que se trataba de un gran defensa en potencia. De ahí pasó al Rad, un club "pequeñito" de Belgrado, en la Primera División, y poco después al Deportivo, entonces en la Segunda División española. Carlos Ballesta, actual técnico del Compostela, fue el avispado que descubrió en Yugoslavia semejante joya. Tenía 26 años y acababa de debutar en la selección yugoslava. El Depor pagó 35 millones por el traspaso de Djukic, que disputaría los cinco últimos partidos de Liga. El conjunto gallego, a las órdenes de Arsenio Iglesias, ganó nueve de esos 10 puntos, ascendió a Primera y en dos años se convertiría en uno de los grandes del campeonato. "Hicimos tres terceros puestos y dos segundos en la Liga", evoca.
De la final de la Copa del Rey de 1995, la que le ganó el Deportivo al Valencia, Djukic recuerda las ganas que su equipo le tenía a los valencianos. "Fue una final muy rara que se paró por aquella lluvia tremenda. Es curioso: cuando empezó a llover, el Valencia empezó a tomar ventaja". Pero se suspendió el encuentro y cuando se reanudaron los 12 minutos que faltaban, el Deportivo obtuvo el primer título de su historia.
Djukic creyó que había acabado un ciclo, apuró su último año de contrato y se marchó al Valencia, que no pagó nada de traspaso. "Lendoiro [presidente del Deportivo] sí quería renovarme, pero no llegamos a un acuerdo económico. Nadie en A Coruña me reprochó nada por aquel penalti fallado", afirma categórico Djukic. De hecho, el defensa serbio conserva muchos amigos en A Coruña. "Hablo mucho con Fran y Mauro Silva y yo les deseo que ganen la Liga. Con Mauro nos enviamos bromitas en el correo electrónico". Djukic ya ha renovado por una temporada más en el Valencia. Y está en un gran estado de forma. "Pero pienso que mi mejor momento está por llegar. Cuando veo que alguien me gana en una carrera, me enfado. Quiero ser el mejor en todo. Confío mucho en mí, tengo una gran autoestima", reflexiona Djukic, que tiene alma de entrenador. "Rebobino mis partidos y siempre encuentro fallos, en la actuación personal o en la colectiva, aunque no los reconozca públicamente. Me gusta ver los vídeos de los partidos que juego, lo paro, lo paso, lo miro, lo analizo. No soy un forofo del fútbol, sino un analista frío", concluye el elegante defensa, casado y con dos hijos: uno de 10 años y otro de ocho, ambos en la escuela de fútbol del Valencia.
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