Sólo UGT se le resistió

Rafael Blasco logró su sueño de volver a ser investido consejero después de la espectacular victoria de Eduardo Zaplana en las últimas elecciones autonómicas. Tras ser destituido por el socialista Lerma como consejero de Obras Públicas y expulsado a las tinieblas políticas, esperó 10 años para recuperar con el PP un puesto en el Consell de la Generalitat como titular de una nueva cartera de Empleo. La creación de esa consejería se presentó oficialmente como una muestra de la sensibilidad del PP por esta materia. Blasco se comprometió a crear en esta legislatura 150.000 nuevos puestos de trabajo. En el escaso año de vida del departamento, cuyas competencias ahora pasan a Economía y Hacienda, Rafael Blasco ha recalcado hasta la saciedad su carácter de político dialogante, lo que se ha traducido en decenas de convenios firmados con los agentes sociales y la Administración local. Convenios que no han servido para mejorar sus malas relaciones con la UGT. En su corta gestión como consejero de Empleo el paro ha descendido en la Comunidad por encima de la media española y ha puesto su marca personal en el proyecto del Servicio Valenciano de Empleo y Formación, cuya regulación legal para asumir las competencias de Inem se ha aprobado por unanimidad. Blasco no ha dispuesto de tiempo para atajar la alta siniestralidad laboral, uno de los retos de su departamento. Ahora se ocupará en Bienestar Social de nuevos menesteres, como la falta de plazas públicas en las residencias de ancianos.