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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Crítica y publicidad

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El pasado sábado 6 de mayo, el suplemento de libros Babelia publicó una reseña, firmada por mí, de los dos libros que han obtenido este año el Premio Primavera de Novela y el Biblioteca Breve, respectivamente. En concreto, acerca de la novela ganadora del primero ('Amphitrion', de Ignacio Padilla) se volcaban allí unas pocas impresiones que incluso al lector más distraído habían de parecer desfavorables. Me atrevería a afirmar que inequívocamente desfavorables. A pesar de lo cual, la editorial Espasa tuvo la gentileza de reproducir un pequeño fragmento de la reseña en el vistoso anuncio que de la novela se publicó en este mismo periódico el pasado viernes día 12 (es probable que el anuncio se repitiera en otras fechas o lugares, no sé). En grandes caracteres, y con evidente propósito de llevar el ascua a su sardina, por mucho que queme, el anuncio en cuestión proclamaba: "La prensa también hubiera premiado esta novela" (!). Y a continuación, encabezando otras dos, venía una breve cita de mi reseña, que mi modestia consiente reproducir: "Una intriga de corte detectivesco" (Ignacio Echevarría, EL PAÍS). La pobre elocuencia de estas cinco palabras, desprovistas del más mínimo entusiasmo, debería inducir la sospecha de que el contexto del que han sido arrancadas carece por completo de él. Pero es evidente que los publicistas cuentan con que el apresurado lector no repare en estas minucias. Lo importante, en un caso así, es el efecto del conjunto, dentro del cual tanto la cita como mi propio nombre y el de este periódico no tienen más función que la de hacer bulto.La travesura de los publicistas resulta de entrada graciosa, y sólo si uno se detiene un poco de tiempo a considerarla revela aspectos preocupantes. Lo de menos ahora (aunque algún día habrá que poner la cuestión sobre la mesa) es la libre utilización de las palabras de cualquiera con fines comerciales. Más escandaloso, en este caso como en otros, es que esas palabras sirvan para respaldar lo contrario de lo que se proponen decir, y que así ocurra con engaño del lector. Que la publicidad y la crítica desempeñan -o deberían desempeñar- funciones enfrentadas es algo ya sabido, sobre lo que no cabe abundar aquí. Tampoco cabe hacerlo sobre las esquivas relaciones de la publicidad con la veracidad de sus contenidos. Pero sí vale la pena llamar la atención sobre lo que, además de una broma más o menos chulesca dirigida a los "enterados", constituye, de cara al lector corriente, no tanto un reclamo como una tomadura de pelo - ,

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