_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tiruliru

Rosa Montero

Soy una forofa de las nuevas tecnologías, pero toda realidad tiene su infierno, y sin duda las centralitas telefónicas automatizadas forman parte del averno informático. Pongamos que llama usted, por ejemplo, a Radio Nacional, o al BBV, o a cualquier otra de las muchísimas empresas que cuentan con este instrumento de tortura. En cuanto que aparece la vocecilla enlatada me entra el pánico: "Bienvenido al servicio telefónico del banco Tal", dice la máquina; "si desea hacer un ingreso, marque el uno; si desea consultar el saldo, marque el dos; si desea realizar una transferencia, pulse almohadilla...", dispara la voz virtual durante un lapso de tiempo interminable, poniéndote la cabeza como un bombo porque, casualmente, tú no quieres ninguna de las posibilidades que te ofrecen (ya se sabe que el ser humano es fastidioso), o porque no te has enterado, en el aturulle, de qué maldita tecla hay que tocar.Entonces el artefacto se calla compasivamente unos instantes y suena el tiruliru de la musiquilla habitual, otro martirio auditivo muy refinado. Pero luego vuelve a entrar la chirriante voz biónica explicando a toda pastilla una nueva tanda de tecleos. Tras darte la monserga durante diez minutos, el maldito loro suelta al fin la frase mágica: "Si prefiere hablar con alguno de nuestros operadores, permanezca en silencio durante unos segundos". Tú ansías de tal modo poder conectar con un humano que no es que te quedes en silencio, es que entras en catalepsia y ni siquiera respiras. Pese a ello, la centralita no atina a reconocer tu anhelante parálisis y vuelve a recomenzar todo el proceso: Tiruliru, tiruliru... "Bienvenido al servicio telefónico de...". O bien, con suerte, sí se entera, y entonces te coloca el siguiente mensaje: Tiruliru, tiruliru... "Ahora mismo todos nuestros operadores están ocupados, le rogamos que permanezca a la espera, le atenderemos lo antes posible...". Tiruliru, tiruliru... "Ahora mismo...". Y así durante un tiempo infinito, porque las empresas, que son la mar de cucas, han decidido despedir a todos los trabajadores innecesarios y a gran parte de los necesarios, y sólo tienen a un empleado de carne y hueso para tropecientos mil clientes. Es un suplicio tecnológico y una desfachatez empresarial considerable.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_