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Aragón exige a Fomento cuatro pantanos para ceder agua del Ebro

El copioso aguacero que cayó a primera hora de ayer sobre la ciudad de Valencia es el único agua que trajo bajo el brazo el presidente del gobierno de Aragón, el socialista Marcelino Iglesias, según se encargó de señalar entre bromas su anfitrión, el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana.Ambos dirigentes mantuvieron su primera entrevista "formal" en el Palau de la Generalitat, un encuentro que se prolongó durante una larga hora y media debido al volumen de asuntos comunes en cartera. Entre ellos, y como tema estrella para los valencianos, el posible trasvase de agua del Ebro para paliar las deficiencias hídricas de la zona norte de Castellón.

Tanto Zaplana como Iglesias mostraron buena voluntad al respecto, pero poco más. El presidente de la Generalitat subrayó cómo su colega aragonés apostó por la pronta aprobación del Plan Hidrológico Nacional (PHN). Sin embargo, Iglesias fue rotundo y explicó que el gobierno aragonés apoyará el PHN "si recoge" el Plan de Cuenca del Valle del Ebro, aprobado por unanimidad de los representantes de las "siete comunidades" que desaguan en la cuenca del río en 1992. Y recordó que el plan del Valle del Ebro incluye la construcción de cuatro pantanos en tierras de Aragón "para regular" el suministro en esa comunidad.

Iglesias destacó que la construcción de los cuatro pantanos fue aprobada por el entonces Ministerio de Obras Públicas, hoy de Fomento, que desde entonces mantiene paralizados los respectivos expedientes. "No podemos ceder agua a la Comunidad Valenciana si tenemos pueblos en Teruel que siguen siendo deficitarios", explicó gráficamente Iglesias, "no se entendería". Para evitar confusiones, el gobierno de Aragón emitió una nota oficial en la que advirtió que durante la reunión no se trató "en ningún caso" la cuestión específica del trasvase.

Ambos dirigentes abordaron el estado de otras infraestructuras claves para ambas comunidades, como la autovía entre Sagunto y Somport o la apertura de la línea férrea que permitirá conectar la costa valenciana con Francia a través del tunel de Canfranc, ahora en desuso.

Iglesias recordó que el crecimiento económico que han registrado España y Portugal en los últimos años ha provocado un notable aumento del tráfico por carretera hacia Francia a través de los accesos fronterizos de Irún y La Jonquera. El presidente aragonés cifró en un 12% el incremento del tráfico rodado hacia Francia durante el último año, "lo que aconseja abrir un tercer paso", concluyó.

La conexión por autovía entre Zaragoza y Valencia convertiría al puerto de Valencia en puerta natural del tráfico de mercancías hacia Aragón y despejaría el camino hacia Bilbao, el segundo puerto español en importancia por volumen de tráfico de mercancías. Zaplana eludió presentarse como "embajador" de Iglesias ante Fomento para exigir inversiones en pantanos o para abrir el paso ferroviario de Canfranc y sólo comentó: "El mejor embajador es el sentido común".

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Zaplana también apuntó el interés mutuo por el impulso a la constitución de un patronato que ejerza la titularidad del Archivo de la Corona de Aragón, que alberga la ciudad de Barcelona. La cuestión es estrictamente formal pero Zaplana le ha concedido gran importancia desde que llegó a la presidencia como símbolo de la reivindicación de las señas de identidad de los valencianos.

Marcar la pauta al ministro

Marcelino Iglesias, presidente del gobierno de Aragón, intenta culminar las obras de la autovía entre Sagunto y Somport antes de la próxima convocatoria electoral que tendrá que afrontar en 2003. Pero el programa de Fomento prevé cerrar la conexión en torno a 2006. Quedan pendientes 200 kilómetros en Aragón y apenas 32 sobre suelo valenciano.Iglesias pretende anticipar el coste de la nueva infraestructura para cumplir su objetivo político y cuenta con ofertas de financiación de diversas entidades hasta una cantidad de 85.000 millones de pesetas.

Su colega valenciano, Eduardo Zaplana, muy conciliador ayer, se comprometió a sufragar el tramo valenciano "si fuera necesario". Una apuesta conjunta que, si no es un farol, supone marcarle la pauta al ministro del ramo.

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