Nostalgia por Clinton
Si no se lo impidiera la Enmienda 22 de la Constitución de Estados Unidos, Bill Clinton, según su propia confesión, estaría ahora compitiendo por un tercer mandato. Pero no puede hacerlo, así que dedica sus últimos meses en la Casa Blanca a hacer balance humorístico de su presidencia y a intentar prolongarla de modo indirecto a través de la elección de Al Gore como su sucesor y de Hillary Clinton como senadora por Nueva York. Las cosas le van bien. Ante la inminencia de la despedida, parte de los norteamericanos empieza a sentir nostalgia de Clinton.Actor genial y gran seductor, Clinton ya se ha adelantado a los cronistas que, dentro de seis meses, cuando sea elegido su sucesor, o dentro de ocho, cuando tome posesión Gore o George Bush, harán el balance de sus ocho años de estancia en la Casa Blanca. Sin duda, los cronistas pondrán de relieve dos hechos: la prosperidad económica de EE UU y el caso Lewinsky. Sin discutírselo, Clinton propuso otros tres elementos el pasado fin de semana, en la última cena anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca.
Según el interesado, el primer elemento de su currículo presidencial es: "Diseño, construyó y pintó un puente para el siglo XXI". El segundo: "Supervisó al vicepresidente Al Gore cuando éste inventó Internet". Y el tercero: "Generó, elevó y mantuvo la controversia hasta los mayores niveles". El público de la cena, una amalgama de periodistas y famosos de Washington y Hollywood, rió con ganas.
Humor
Con un Congreso mayoritariamente republicano y el proceso de elección de su sucesor en marcha, Clinton es, en verdad, un pato cojo, la fórmula que en EE UU define la impotencia política de un presidente saliente y sin posibilidad de reelección. Mientras Hillary y Gore hacen campaña lejos de la Casa Blanca, Clinton se dedica a pronunciar sermones bienintencionados y a jugar al golf. Pero él es el primero en hacer bromas sobre el asunto. El gran éxito de crítica y público de la cena de la Asociación de Corresponsales Extranjeros fue un divertidísimo vídeo realizado conjuntamente por Clinton y el productor televisivo Phil Rosenthal.
El vídeo cuenta cómo Clinton, que interpreta su propio papel, hace frente a la soledad y aburrimiento de su vida de pato cojo. En una escena, el presidente corre tras la limusina de Hillary llevándole el almuerzo en una bolsa de papel marrón. En otras imágenes corta el césped, lee una revista mientras espera que termine la lavadora o contesta personalmente el teléfono de la residencia presidencial.
Tras las mentiras del caso Lewinsky, el Clinton que se despide de esta manera vuelve a ofrecer lo mejor de sí: inteligencia, simpatía y combatividad. Y sus compatriotas lo están apreciando. Hace un año, una encuesta del Pew Research Center dio nacimiento a la fórmula fatiga de Clinton para expresar el cansancio del 74% de los norteamericanos ante tantos escándalos. Con esos datos en la mano, Gore comenzó su campaña haciendo ostentosos esfuerzos para desmarcarse de su jefe. En cambio, el vicepresidente repite ahora hasta el aburrimiento la expresión "el Gobierno de Clinton y Gore". Y es que las encuestas reflejan hoy en día el nacimiento de un sentimiento que The Washington Post llama "nostalgia de Clinton". Ese sentimiento es muy fuerte entre los electores demócratas. Una encuesta de Harris Poll revela que el 60% de los demócratas preferiría que Clinton fuera su candidato y sólo el 34% está contento con Gore. No es de extrañar que el vicepresidente se presente ahora como el heredero de Clinton.
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