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Los errores jalonan el proceso de elaboración de la tarjeta sanitaria implantada por Cervera La familia de Zaplana sufre los fallos del carnet que sustituirá a la cartilla sanitaria

Ni siquiera la familia del presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, se ha salvado de los errores de la tarjeta sanitaria que Sanidad pretende haber distribuido en su totalidad este año. La historia de este soporte de plástico, llamado a sustituir las cartillas de la Seguridad Social, está jalonada de fallos. El primero se produjo en su presentación: las tarjetas que mostró ante la presnsa el titular de Sanidad, José Emilio Cervera, el año pasado no eran válidas. Recientemente, una nueva remesa de 50.000 ha presentado problemas y se está volviendo a enviar a los perjudicados.

El reciente error detectado en unas 50.000 tarjetas distribuidas en las tres provincias valencianas no ha sido el único aunque sí el más incómodo. Otros tantos miles de pensionistas recibieron durante las dos últimas semanas sus documentos con la categoría laboral cambiada. En lugar de figurar en la tarjeta las iniciales PN, relativas a su identificación como pensionistas, estaban grabadas las letras AC, es decir, activos, por lo que no tenían reconocida, por ejemplo, la gratuidad de la atención farmacéutica.A pesar de que las tarjetas defectuosas se han distribuido en toda la Comunidad, el grueso de las reclamaciones se produjo en Alicante. Durante las dos últimas semanas, numerosos usuarios se han dirigido a la Dirección Territorial de Sanidad para reclamar el cambio de su carnet. Según las mismas fuentes, la compañía que obtuvo la concesión, Bull España -por un precio de unos 2.000 millones de pesetas-, fue la responsable del error y ya ha comenzado a remitir a los titulares de las tarjetas erróneas las nuevas convenientemente corregidas.

El fallo anterior, que se remonta a la presentación de la tarjeta, se produjo en la etiqueta adhesiva que figura en el reverso del documento, donde se recoge el nombre del médico, el centro sanitario y la identificación del titular. En más de 50.000 trajetas repartidas en el barrio alicantino de Cabo Huertas, Gandia y Alzira, los números de identificación no estaban separados por referencias alfabéticas, por lo que se leían unas tiras numéricas ininterrumpidas que hacían las tarjetas inservibles. En este caso, no trascendió el error, a pesar de que el propio Cervera en la presentación y entrega de tarjetas era consciente de que eran erróneas. Se subsanó pegando sobre estos adhesivos, otros con el fallo subsanado cada vez que los usuarios acudían a sus centros de salud.

De acuerdo con los planes de Sanidad, a final de año, los cuatro millones de valencianos empadronados habrán recibido su tarjeta. Este documento, que ya ha sido repartido a un millón y medio de valencianos, sustituirá a la cartilla de la seguridad social.

Además de los errores anteriores se han producido otros cuyo origen está en la propia base de datos a la que la tarjeta sirve de llave de acceso. El archivo, denominado por Sanidad Sistema de Información Poblacional, se ha elaborado a partir de una base de datos que ha tenido dos fuentes: los padrones municipales y una base de datos anterior elaborada por la administración socialista. Estas dos vías de información se quedaban cojas de un importante dato: conocer si el titular del documento es activo o jubilado y el centro de salud y médico que le corresponde, en el caso de que no dependa de una aseguradora privada, para lo cual se acudió también a la Seguridad Social.

La base de datos es el fruto de los cruces entre estas tres patas que la sostienen. Un fallo en cualquiera de ellas provoca un error en la tarjeta. Razón a la que responden los errores de domicilio de los usuarios. Además, al ser las tarjetas individuales y la atribución de médicos aleatoria, una misma familia puede tener asignados tantos médicos de cabecera como miembros tenga, algo que Sanidad considera una virtud: "es uno de los objetivos del proyecto". Además la consejería minimizó los errores y señaló que apenas alcanzan el 1% de las tarjetas.

La limitada información del documento, compuesta por médico, centro de salud y datos de identificación personal contenida en el censo (nombre, dirección etc) no ha evitado que la propia familia del presidente de la Generalitat haya sufrido los errores. Los hijos de Zaplana no tienen asignado médico. Además, a pesar de que su padre vive en Valencia y les correspondería un centro de salud de esta ciudad, en el archivo se les remite al centro de les Foietes en Benidorm, y sin especialista.

Farnós frenó la base de datos que preparaba la Administración socialista

La Comunidad es una de las últimas autonomías en contar con una base de datos sanitaria. Al acceder el Partido Popular al Palau de la Generalitat en 1995, una de las primeras medidas que tomó la Consejería de Sanidad fue frenar en seco la base de datos y las tarjetas que estaba elaborando la Administración socialista. El nuevo secretario general, Juan Oliver, ex militante de Unión Valenciana al igual que el entonces nuevo consejero, Joaquín Farnós, ordenó dar cerrojazo en 1995 al archivo magnético y desde entonces se dejó de actualizar. Se perdieron unos años preciosos para poner la medida en marcha, de gran importancia para la gestión sanitaria. No fue hasta agosto de 1999 cuando el Consell aprobó la elaboración del Sistema de Información Poblacional.Una base de datos permite conocer con mucha mayor exactitud el número de usuarios del sistema de salud público, ya que sólo se escapan los residentes no empadronados y aquellos que se encuentran de paso en la Comunidad. Otra de las ventajas que ofrece es permitir la elaboración de programas preventivos de salud pública al tener localizada la población por grupos de edad y sexo. Sin olvidar la mejora que supondrá para distribuir recursos asistenciales, al poder elaborar mapas de población y edad, o diseñar planes de mejora de asistencia al determinar los movimientos demográficos de los valencianos.

La paralización de la base de datos anterior supuso el fin de un modelo de tarjeta distribuido entre usuarios con marcapasos que contenía un microchip con información clínica del paciente, por el que se interesó la Organización Mundial de la Salud, y que pretendía extenderse a colectivos especiales. El resto de tarjetas elaboradas también entonces, como las actuales, constan de una banda magnética, que simplemente tiene datos administrativos y sirve de acceso a la base de datos general.

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