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Reportaje:

Cantar hasta la muerte

"Mi proyecto es seguir cantando con dignidad". Juanito Valderrama no se cansa del flamenco y de la copla, por eso ha vuelto a embarcarse en un proyecto para llevar su voz hasta los pequeños municipios que nunca tuvieron suficiente dinero para contratarle. Está dispuesto a cantar hasta el último aliento: "Que suerte poder morir haciendo lo que más quiere uno en la vida". Estas palabras las pronunció ayer en Jaén cuando la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía le rindió homenaje al entregarle una placa en la que figura su retrato.Juanito Valderrama nació hace 83 años en Torredelcampo (Jaén) y desde que tenía sólo nueve ha dedicado su vida a la canción. Sobre todo al flamenco, que es lo que más le gusta, lo que le apasiona. Sus ocho décadas de vida le han llevado 10 veces de gira por América, ocho por Europa, a grabar 1.500 canciones, a hacer siete películas y a aparecer más de 700 veces en televisión.

Los años cuarenta marcaron el inicio de su época dorada, que entró en decadencia treinta años después y que ahora se reactiva en forma de reconocimientos. Su boca se llena de nombres cuando enumera los premios recibidos: "La Medalla de Andalucía, la medalla del Trabajo, la medalla del Arte de Madrid, tres más de Torredelcampo, el Garbanzo de Oro... Todo. Más de lo que me han dado a mí no se le puede dar a un hombre".

Y es que, como él dice, ha formado parte "de la época de oro del flamenco", con Marchena, Vallejo, La niña de los peines, Manolo Caracol, El niño de la huerta... "Había 20 fenómenos con un sello propio, que no se imitaban unos a otros, como ocurre ahora".

La voz cálida y el gesto amable de Juanito Valderrama sólo se tuercen, de forma apenas perceptible, cuando se sugiere que la copla ha estado ligada al franquismo: "No es de derechas ni de izquierdas. Eso no tiene nada que ver. La copla se ha cantado antes de Franco, con él y después. Ese es un sambenito que nos echaron. Los que le cantamos a Franco tuvimos la desgracia de que nos hicieron el vacío y no sé por qué. Si me llamó Franco varias veces para que fuese a cantar, pues tenía que ir, como fue Lola Flores, Carmen Sevilla, Luis Mariano y todos los artistas de aquella época".

La copla no tiene nada que ver con la política, según Valderrama, porque es "alma del pueblo andaluz". Lo que le apena es que no haya compositores como Quiroga y letras como las de Ojos verdes o La bien pagá, que se transformaban en canciones "que cantaba el pueblo por las calles". Pero en el vital Valderrama hay sitio para la esperanza: "El flamenco, los toros o el fútbol, todo lo que tenga raíz popular no se perderá. Puede que baje, que suba por épocas, pero no se pierde". El arte, sentencia, no se para.

Juanito Valderrama recuerda especialmente, tras más de 70 años cantando, el día en que debutó en París. Con cierto miedo subió al escenario -"pensando que no me iba a entender nadie"- y se encontró con un auditorio repleto de exilados españoles que al oír su más famosa canción, El emigrante, se levantaron de las butacas entre sollozos. En Casablanca la escena se repitió y la emoción le hizo parar dos veces al inicio de la melodía porque no le salía la voz. "Esa noche no se habló de política, sólo de cante".

Y de Andalucía. El flamenco se da en esta tierra, en palabras de Juanito Valderrama, porque sí, "por la luz, por el aire, por el agua que bebemos".

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