Investidura: el voto útil

Los que compartimos proyectos, ideologías o doctrinas políticas minoritarias, marginales, "pasadas de moda" o simplemente proscritas por el sistema de partidos políticos, nos sentimos amedrentados durante las campañas electorales ante la constante amenaza del "voto útil" que desanima a nuestra propia gente, amilana a nuestros simpatizantes y anula la capacidad crítica de muchos potenciales electores.El sistema ha conseguido que al votante le aterrorice "ver su voto en la papelera", que su derecho fundamental en auténtica democracia de señalar con su voto el candidato o el grupo que considera acorde con sus ideas o con sus intereses, sea arrasado ante el incontrolable temor de que su voto individual no consiga éxito. Y, naturalmente, nuestros partidos, organizaciones y doctrinas ("minoritarias, marginales, pasadas de moda o proscritas") sufren las consecuencias con unos terribles varapalos electorales.

Esa demonización del voto inútil ha sido fomentada, naturalmente, por los grandes partidos que ejercen de hecho una verdadera dictadura, una partitocracia que borra los innumerables matices que constituyen una sociedad plural, tan plural como la nuestra. Y, sin embargo,no se las aplican a sí mismos. En la sesión de investidura del presidente del Gobierno todo el mundo sabía que el señor Aznar obtendría 202 votos de sus fieles diputados y de sus amigos coyunturales. Todo el mundo sabía que los 125 votos del PSOE, los 8 de IU, los 7 de PNV y los 8 del Grupo Mixto sumaban 148 votos, contrarios al nombramiento.

Esos 148 votos han sido auténticos votos inútiles que sólo han conseguido mostrar la endeblez de sus posiciones, la fortaleza del vencedor y la cabezonería de "oponerse porque sí".

Esos 148 diputados deberían haber aclamado al señor Aznar o, al menos, haberse abstenido, para no hacer el ridículo con su voto tonto, con su voto inútil.

Bueno, por lo menos los que llevamos años y años votando a candidatos que nunca salen, tenemos la satisfacción de que lo hacemos con la esperanza de acertar algún día. Pero votar "NO" por sistema, e inútilmente... ¡Hombre!- .