Fronteras de papel en el sureste asiático
El secuestro de turistas y la reanudación de los combates en el sur del archipiélago de Filipinas no son sólo un grave problema para el presidente Joseph Estrada, cuya popularidad comienza a declinar en medio de una gestión de gobierno cada vez más discutida. También reflejan el peso de los conflictos en una región que se sitúa en la periferia meridional de Extremo Oriente y la dificultad de establecer equilibrios duraderos en la zona.Los millones de musulmanes de Aceh, en el norte de Sumatra, en Indonesia, y los de Mindanao, en el sur de Filipinas, tienen más cosas en común que la religión. Todos ellos se sienten amenazados en su propia identidad. Los primeros por el "imperialismo javanés" y los segundos por la presión demográfica de los filipinos católicos.
La incuria y los métodos de poder autoritarios han desencadenado la explosión de los movimientos de rebelión. El Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN), fundado por Nur Misuari en Filipinas, se lanzó a la lucha armada contra el régimen del presidente Ferdinand Marcos en 1972, cuando el dictador acababa de decretar la ley marcial. En la provincia indonesia de Aceh, la brutal represión militar desencadenada por el régimen del general Suharto en 1989, provocó la expansión del movimiento independentista Aceh Merdeka (Libre). De forma que lo que ocurre en la primera zona tiene influencia en la segunda, y viceversa.
Si los habitantes de Aceh logran una amplia autonomía del Gobierno de Yakarta, otras provincias indonesias, como Irian Java, en la parte indonesia de Borneo, plantearán la misma petición. Y los musulmanes filipinos también seguirán la estela autonomista. Los movimientos insurgentes de Indonesia y Filipinas reclaman la convocatoria de un referéndum como el que permitió a los habitantes de Timor Oriental librarse de la tutela indonesia.
La crisis asiática, que estalló en 1997, sólo ha servido para situar en la escena internacional problemas que se estaban incubando desde hacía muchos años. Entre los 200 millones de musulmanes del sureste asiático, que representan las dos quintas partes de la población, el proceso de islamización tiene una clara componente política desde los años ochenta. Varios partidos políticos han sido fundados en Indonesia y el Gobierno y el Ejército deben incluir entre sus miembros a la minoría islámica. En Malaisia, la principal formación política de la oposición, el Partido Islámico Panmalaisio, controla desde las elecciones de 1999 dos Estados de la federación.
Por otro lado, el proceso de descentralización en marcha en las islas de Indonesia hace prever numerosos cambios de fronteras culturales y religiosas en la región. Los poderes centrales no tienen medios para impedir esta permeabilidad de las fronteras, tanto terrestres como marítimas, lo que explica el golpe de mano dado el pasado 23 de abril por el grupo separatista filipino Abu Sayyaf en la isla de Sipadan, que se disputan Malaisia e Indonesia ante el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya. En medio de esta inseguridad regional, bucaneros y piratas campan a sus anchas, e impunemente, en unos mares con miles de islotes paradisiacos que atraen a los turistas, a pesar de que son imposibles de vigilar.
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