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LA CRISIS DE LA DIVISA EUROPEA

La debilidad del euro favorece a las empresas de Alemania y Francia, pero no a las españolas

La caída en picado del euro tiene ventajas para las empresas de Alemania y Francia, pero no para las españolas. Con un euro débil, las empresas de estos y otros países exportadores ganan competitividad porque están vendiendo gran parte de sus productos fuera del área del euro. Así lo afirman varios expertos consultados, que creen que el valor del euro debe mejorar al ritmo de la economía europea. Pero la depreciación del euro apenas sirve de acicate a las empresas españolas, que venden la mayor parte de sus productos en los países del euro, donde los tipos de cambio entre las monedas son fijos.

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"La caída del euro en los mercados de divisas es buena para las empresas de países que exportan fuera de los 11 países del euro. Pero a España, esta situación más bien le perjudica porque tiene la inflación algo más alta que la media europea y con el euro depreciado frente al dólar se encarecen las importaciones y la inflación tiende a calentarse", afirma Miguel Sebastián, director del servicio de estudios del BBVA.Juan José Toribio, exdirector ejecutivo del Fondo Monetario Internacional y profesor de la escuela de negocios IESE, coincide en que la creciente debilidad del euro está favoreciendo poco a los exportadores españoles. Toribio añade que un euro débil "es más un problema para Estados Unidos que para los países de la Unión Europea", porque merma la competitividad "de sus empresas frente a las comunitarias". El profesor del IESE cree que la debilidad del euro será temporal y afirma que "movimientos tan bruscos como los que está sufriendo el euro no son buenos para nadie".

"Soberbia estúpida"

Para el catedrático de Economía Luis de Sebastián, "es urgente que el Banco Central Europeo (BCE) intervenga en el mercado de cambios, no tanto para oponerse a una marea vendedora, que acabaría arrástrándole y dejándole en ridículo, como para señalar a los agentes económicos que está ahí y que tiene una noción clara sobre el rango de valorores adecuado para el euro".

De Sebastián señala que el BCE debe actuar en favor del euro "para dar fe de su disposición de intervenir, concertadamente con Estados Unidos y Japón, o sólo, en defensa de su moneda". "El BCE", añade De Sebastián, "puede disponer de suficientes dólares para intentarlo. Mientras no se fije un suelo creíble, la mejor apuesta para los especuladores es continuar vendiendo euros. La negligencia benigna también se puede convertir en soberbia estúpida", añade este catedrático.

Pero no es esta la opinión del BCE y de otras autoridades comunitarias. Destacadas personalidades comunitarias no se cansan de repetir que el objetivo del BCE no es hacer más fuerte o más débil del euro con su política de tipos de interés. Así lo dice el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Pedro Solbes, y miembros del propio BCE, como Eugenio Domingo Solans. Los dos han señalado que la política monetaria se dirige a asegurar la estabilidad de los precios a largo plazo, es decir, a atajar la inflación.

Antonio Villaroya, analista de Merill Lynch, tampoco ve las ventajas de un euro débil. Este analista destaca que el euro débil sirvió el año pasado para impulsar la exportación comunitaria cuando el consumo interior estaba estancado en Alemania o Italia. Pero Villarroya cree que ahora la recuperación del consumo en la zona euro es una realidad y mantener la moneda tan depreciada no tiene demasiado sentido porque encarece las importaciones y alienta la inflación.

Las afirmaciones de los expertos de que una moneda europea débil favorece a los países que exportan más allá de la zona euro se apoyan en datos. Las empresas españolas realizan en torno a tres cuartas partes de sus ventas al exterior dentro de la Unión Europea. El resto se realizan en otras monedas y sólo alrededor del 10% en dólares.

Por el contrario, las importaciones energéticas -petróleo y gas- se pagan en dólares, cada vez más caros frente al euro.

Los últimos datos sobre comercio exterior ya indican que la situación está cambiando en el comercio comunitario. El consumo no deja de crecer al calor de la recuperación que se produce en Alemania e Italia y la buena situación de crecimiento económico de Francia. En febrero pasado las importaciones ascendieron a 73.700 millones de euros (12,26 billones de pesetas), un 29% más que hace un año.

Cae el superávit de los 11

Las exportaciones crecen a menor ritmo. Ascendieron a 74.000 millones de euros (12,31 billones de pesetas) en febrero, un 23% más que hace un año, según la Comisión Europea. El superávit comercial de los 11 países del euro se redujo el pasado febrero de 4.300 millones de euros (715.400 millones de euros) a 300 millones de euros (Ver gráfico).

En España el crecimiento económico es mayor y el tirón de las importaciones también. Las empresas españolas han exportado mucho en los últimos meses, pero los consumidores han adquirido más productos fabricados en otros países. El déficit comercial alcanzó al acabar el año pasado un déficit histórico de 5,4 billones de pesetas, un 52,4% más que el ejercicio antetior.

Este déficit comercial es el resultado de un incremento del 5,6% de las exportaciones y de un 14% de las importaciones.

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