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El arte al servicio de la lectura

María Fabra

"Mi propósito es egoísta. He tratado de salvarme del diván del psiquiatra en una profesión de alto riesgo", alega José Antonio Portillo, un maestro que expone en Lisboa desde el 1 de mayo sus materiales de trabajo docentes. El centro cultural de Betlem, en la capital portuguesa, alberga su exposición Artilugios para contar y crear historias. "Algunos profesores tenemos mala voz, somos pésimos actores y debemos crear unos estímulos que nos sirvan en nuestro trabajo cotidiano". Este burgalés, afincado desde joven en Benicàssim y que ha ejercido la docencia en Castellón y en Elche, ha preparado unos sugerentes libros-objeto desde el analfabetismo plástico. Sus 60 recreaciones le han permitido salvarse del "aburrimiento y del desgaste que origina el ámbito escolar". Los niños han aprendido con él a leer y a escribir imaginando historietas y protagonistas a través de su libro-lata, del libro de nudos, de su libro hallado en la playa, del libro-reloj... El alumno que asiste a esas fabulosas historias recibe estímulos que le hacen sumergirse después en el fantástico mundo de la literatura infantil contemporánea. Portillo, programador cultural en Benicàssim, ha hecho leer a muchos niños a Michael Ende, a Italo Calvino, a Gerard Durrell... Sus objetos han conseguido que a través de las páginas de un cuento los niños viajen desde Nueva Caledonia a un rincón del Mediterráneo. La muestra viajó el pasado año a Alcalá de Henares y a Parma, en donde mostró sus sugerentes objetos bajo el título genérico de Yo fui testigo de lo que cuento. Tras Lisboa recalará en México, luego Madrid y ya, durante la próxima primavera, se presentará en la Biblioteca Valenciana.

Los objetos destilan sus 11 años de experiencia docente, pero también su incursión como artista que le ha llevado a presentar esculturas y recibir reconocimientos en certámenes plásticos de Valdepeñas, en la Biennal d'Art de Alcoi o en la Fundació Bancaixa, en donde le seleccionaron piezas de su obra Restos arqueológicos de prensa, en donde el papel de periódico adquiere una fuerte consistencia similar a su origen, que luego talla y manipula como si se tratara de madera. Ahora, el Centre Cultural de Betlem ha diseñado seis espacios que recrean sus singulares objetos. En uno de ellos, un actor recita la historia que subyace en uno de sus artísticos libros enmarcado en una sala donde figura una playa artificial compuesta por bolsas de agua marina rematadas con bolsas repletas de arena sobre las que se proyecta un diorama de olas.

Esa historia concreta, una de las que maneja con soltura Portillo, se remonta al día en el que el narrador tropieza en la playa con un libro. Una carta explica en primera persona que un niño, ante la inminencia de la destrucción de su pueblo, decide salvar algo de sus queridos libros escogiendo tres hojas de cada uno de ellos, formando unas bolas que introduce en un artesanal libro. El niño decide lanzarlo al mar, donde piensa que estará seguro. Cuando él mismo les contaba la historia a sus alumnos les invitaba a que con una lupa intentaran entresacar del deterioro de aquellos pedazos de papel alguna palabra suelta y rescataran algún fragmento de texto para reconstruir las diversas historias que se adivinan en el libro que aquel niño ficticio lanzó al mar.

Portillo, creador junto a Alfonso Ribes de la Biblioteca del Mar, una idea patentada por el Ayuntamiento de Benicàssim, ha logrado con estos utensilios que los niños se dejen seducir por el relato oral. "Mi pretensión no ha sido jamás la de innovar, ni la de introducirme en la renovación pedagógica; simplemente lo he hecho como una cuestión de higiene mental", asegura. Esta manifestación artística levantó dudas y la indiferencia de sus colegas, "hasta que se percataron de que con ello los niños leían y se aprovisionaban de personajes". José Antonio Portillo anima a los maestros, y lo ha hecho en cursos de postgrado, de reciclaje y en charlas a los animadores socio-culturales, a que creen sus propias herramientas con todo lo que se les ocurra. Este maestro ha logrado con su afán pedagógico derivar en un largo proceso creativo desde la intuición plástica al mercado convencional.

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