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El campeón de fórmula 1 Coulthard sale ileso de un accidente aéreo en Lyón

El piloto de fórmula 1 David Coulthard salió ayer milagrosamente ileso de un accidente de aviación en el que fallecieron el piloto y el copiloto del Learjet privado en el que se dirigía a Niza. El accidente sobrevino en el aeropuerto de Lyón, en un frustrado intento de aterrizaje forzoso. Los otros ocupantes del avión, la novia del automovilista escocés y su entrenador privado, sufrieron heridas leves, de las que fueron atendidos en un hospital de Lyón. Learjet era también el reactor en el que perdió la vida en octubre pasado el golfista norteamericano Payne Stewart.

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David Coulthard, escocés de 29 años, consiguió el domingo 23 de abril, en el circuito británico de Silverstone, la primera victoria de la temporada para McLaren. Su segundo GP Británico consecutivo. Residente en Mónaco, ayer se embarcó en Farnborough, en el condado inglés de Hampshire, en el sur de la isla, en dirección a Niza, en la Costa Azul francesa. En un cierto punto del espacio aéreo francés, aún no determinado exactamente, uno de los dos motores del reactor sufrió una avería y el piloto lanzó una petición de emergencia para aterrizar en el aeropuerto de Satolas, en Lyón. Allí se puso en marcha todo el dispositivo de urgencia. Los bomberos tomaron la pista. Todo parecía que iba a quedarse en un susto cuando, a escasa altura, el piloto perdió súbitamente el control del aparato y éste, en lugar de aterrizar, cayó en picado. De morro. Según un testigo, el avión tocó la pista con las ruedas y el ala izquierda, y luego rebotó violentamente. "Fue un choque brutal", dijo el director del aeropuerto, Jacques Balliston. El aparato se incendió inmediatamente. Aunque el fuselaje y la parte posterior quedaron aparentemente intactos, según se vio en las fotografías, toda la parte delantera quedó destrozada. Eran las 14.40. Los pilotos murieron en el acto.

Coulthard, su novia, la hermosa modelo rubia Heidi Winchelski, y el entrenador personal, Andy Matthews, pudieron salir del avión, a través de una ventanilla trasera, por su propio pie, antes de que el aparato empezara a arder. "Los tres deben de haber nacido con estrella", dijo admirado Balliston. "Salir indemnes de tan tremendo impacto, sin un rasguño... Lo que les salvó fue la rapidez con la que Coulthard salió del avión nada más estrellarse". Las investigaciones que se lleven a cabo aclararán con exactitud las causas del siniestro.

A los tres se les atendió rápidamente en el botiquín del aeropuerto y luego se les trasladó al hospital Edouard Herriot, en el centro de Lyón. No tenían nada importante. "Sufrían más por el miedo que habían pasado que por el nulo daño físico", explicó un portavoz del hospital. Después de someterse a algunas pruebas, a las dos horas del ingreso, a los tres se les dio el alta. "Lo del hospital fue una simple medida preventiva", indicó la portavoz de Coulthard, Anna Guerrier.

La escudería McLaren emitió posteriormente un comunicado con las primeras frases oficiales del piloto que acababa de burlar la muerte. "Claro que siento como si yo, Heidi y Andy hemos nacido de nuevo", dice el piloto en el texto. "Pero antes de nada me gustaría expresar mi más sentido pésame a las familias de los dos pilotos. No es el momento de entrar en detalles de cómo se produjo el accidente y de cómo lo vivimos desde dentro, pero sólo puedo decir que fuimos muy afortunados al poder salir andando".

El domingo se celebra en Montmeló (Barcelona) el próximo GP de la temporada. Coulthard, actualmente segundo de la clasificación del Mundial de pilotos, quiere correrlo. Así lo anunció inmediatamente por televisión el mánager del conductor, Ian Cunningham.

Un empleado del aeropuerto lionés que ayudó a Coulthard en los primeros momentos fue más lejos. Asegura que el piloto escocés le dijo nada más tocar el asfalto: "Esto ha sido una buena señal. Esto significa que voy a ganar el domingo en Barcelona".

Si se produce el regreso, será, en cierta manera, el segundo debut de Coulthard en la fórmula 1. Y, como hace seis años, también en el circuito catalán. En 1994, un ambicioso escocés de 23 años llamado David Coulthard es el probador oficial de la escudería Williams-Renault. El 1 de mayo, el primer piloto de Williams, el gran campeón brasileño Ayrton Senna, se estrella y muere en el circuito de Imola.

Pocas semanas después, el británico Damon Hill ocupa el puesto de primer piloto que pertenecía a Senna y David Coulthard el de segundo. Disputa su primera carrera en Montmeló a finales de mayo. En la parrilla de salida es noveno, pero se tiene que retirar de la carrera por problemas mecánicos. Y aunque otro británico, Nigel Mansell, le sustituyó en los últimos tres grandes premios de la temporada, ya nada le pararía después.

El avión privado, una necesidad para los ases del circo del motor

El debut de Coulthard en Montmeló en mayo de 1994 fue un sencillo punto de partida para el nacimiento de DC (sobrenombre por el que es conocido), un piloto llegado para recuperar la tradición de vida dorada asociada a los de su clase, al nivel de ingresos multimillonarios: casa en Mónaco, avión privado, fotos en yates, helicópteros, cochazos y rubias. Vida y actitudes de playboy. Una vida que es el negativo de la que lleva su gran rival, el hogareño alemán Schumacher.Coulthard, categoría de gran piloto, famoso tanto por su condcción al límite, sus espectaculares arrancadas desde la parrilla, como por sus brotes de genio, sus enfrentamientos y sus broncas con todos, con Schumacher y también con Mika Hakkinen, el finlandés de McLaren al que ayudó a ganar el Mundial los dos últimos años.

En 1995, un año después de su debut, Coulthard logró en Estoril el primero de sus seis triunfos en grandes premios. En 1996, Williams ficha a Jacques Villeneuve y Coultahrd coge sus bártulos y se va a McLaren. Allí ronda los podios, gana a veces, deja pasar a Hakkinen en algunas pruebas. A comienzos de 2000 exige igualdad de trato con el campeón del mundo: ya nadie frenará para dejar pasar a nadie. Después de las averías en Australia, de los problemas técnicos en Brasil, Coulthard ya ha tomado la delantera al finlandés: tercero en Imola, primero en Silverstone.

Y milagrosamente sobrevive a un accidente aéreo. Disfrutó de la suerte que no tuvo hace unos meses el golfista Payne Stewart, fallecido al sufrir una súbita descompresión la cabina de su Learjet; de la suerte que tampoco tuvo hace 25 años Graham Hill. Británico como él. También piloto de fórmula 1. Campeón mundial en 1962 y 1968. Fallecido en accidente aéreo en noviembre de 1975. Su hijo, Damon, fue el compañero de Coulthard en Williams.

Y sin embargo, el avión privado, tantas veces asociado a vida rutilante, lujo y esplendor, no deja de ser una herramienta de trabajo de muchos deportistas y también de los pilotos de fórmula 1, constantemente obligados a estar de acá para allá, entrenamientos privados, compromisos con patrocinadores, grandes premios... "Mi avión me permite ahorrar dinero", dice Eddy Irvine, piloto irlandés de Jaguar, otro de los playboys del circus. "No es un lujo. Gracias a él puedo cumplir con todos mis compromisos".

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