La Guardia Civil atribuye a la mafia rusa los asesinatos de 4 personas en Alicante y Almería

¿Quiénes son?, ¿por qué nadie los reclama?, ¿dónde están las cabezas? Si ni siquiera se conoce la identidad de las víctimas, dos hombres y dos mujeres, ¿cómo puede saberse quién o quiénes las han matado? Demasiados interrogantes para esclarecer un caso que lleva de cabeza a los investigadores de la Guardia Civil de Alicante y de Almería, provincias en las que fueron hallados los cuatro cuerpos, descuartizados, dentro de maletas y bolsas de viaje y todas las víctimas con los mismos tipos de cortes. Para la Guardia Civil, la conexión de los cuatro asesinatos es evidente: la mafia rusa.

"Lo único que sabemos, hasta el momento, es que esa forma de actuar corresponde a la mafia rusa", asegura un alto mando de la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante. Pedir la cabeza de alguien en España es reclamarle que deje su puesto. La mafia rusa entiende esa expresión de otra forma. "Ellos piden la cabeza de forma literal; vamos, que se la cortan de verdad".Hasta el domingo pasado, la investigación sobre los macabros asesinatos se centraba en Alicante, provincia donde la colonia rusa se ha multiplicado por cinco en el último lustro y donde, con anterioridad al hallazgo de tres personas descuartizadas en menos de un año, ya se habían producido ajustes de cuentas entre ciudadanos ex soviéticos con víctimas mortales. La mayor concentración de ciudadanos rusos en Alicante se registra en Torrevieja, al sur de la provincia, donde la mafia ha dado varios golpes. Aún está sin resolver -como la mayoría de casos en los que está envuelta la mafia rusa- el asesinato a tiros de un ciudadano afincado en una urbanización de la costa de Orihuela, en el verano de 1998. Dos personas, que aún no han sido identificadas, se acercaron a él en un coche de alquiler y le acribillaron a balazos en la puerta de su casa. Luego le atropellaron y se dieron a la fuga. La víctima tenía varios negocios inmobiliarios en Torrevieja.

El descubrimiento de un cuerpo troceado hace dos semanas en Níjar (Almería), ha obligado a la Guardia Civil a ampliar el ámbito de su investigación a la provincia andaluza. Difícil tarea.

La primera víctima de la serie se encontró en las inmediaciones de Altea (Alicante) en marzo de 1999. Los restos descuartizados -el tronco y las extremidades de un varón- se hallaron dentro de una maleta y de una bolsa de viaje, depositadas en el arcén de la N-332. Ese cadáver está todavía sin identificar. Un año después, el pasado 2 de marzo, los restos de dos mujeres, una de ellas embarazada de seis meses, se encontraron junto a la misma carretera, pero a unos 15 kilómetros al sur de Altea, en el término municipal de La Vila Joiosa. Dentro de tres bolsas se hallaron las extremidades de las dos mujeres y el tronco de una de ellas. De las cabezas, nada se supo. Tampoco de su identidad. Una cicatriz en el cuerpo de una de las mujeres, al parecer fruto de una herida reciente, llevó a los investigadores a rastrear los archivos de los hospitales de Alicante. La titular de Juzgado de Instrucción número 2 de La Vila Joios apenas tiene datos para instruir la causa.