La reivindicación del maquinismo
El, en principio, ruido monótono de las correas que ponen en movimiento las máquinas recibe al visitante al Museo de la Máquina-Herramienta de Elgoibar y no le abandonará en todo el recorrido. Pero pronto este runrún pasará a convertirse en un sonido rítmico hasta agradable, una música que acompaña el paseo por lo que trata de ser la memoria de una dedicación empresarial que ha caracterizado a esta localidad guipuzcoana (y por extensión a toda la cuenca del Deba) durante el último siglo. Inaugurado no hace año y medio, este centro se creó con fines pedagógicos, sin olvidar el papel divulgativo de una materia en principio árida.Así se lo parece al profano cuando cruza el umbral de este edificio de 400 metros cuadrados dividido en tres secciones que recorren el trabajo del hombre con el hierro hasta que inventó la máquina-herramienta: ese ingenio mecánico que aprovecha una fuerza externa para realizar una labor que hasta entonces realizaba el propio trabajador.
DATOS PRÁCTICOS
Dirección: Barrio San Roque, 1. Elgoibar (Guipúzcoa). Teléfono: 943 744132.Horario: De lunes a viernes, de 08.00 a 13.00 y de 14.30 a 17.30; sábados, domingos y festivos, cerrado. Entrada: Gratuita, excepto en las visitas guiadas (que se deberán concertar previamente). El precio de estas visitas es de 250 pesetas por persona con un máximo de 25 participantes por grupo. Fecha de inauguración: La sociedad Fundación Museo Máquina-Herramienta se constituyó en San Sebastián el 28 de noviembre de 1997. El 23 de julio de 1998 se finalizó la construcción de un edificio de 400 metros cuadrados destinado a albergar el museo que se inauguraría poco después, el 16 de diciembre de ese año.
La sala principal reproduce un taller de los muchos que salpicaban el territorio vasco en la primera mitad del siglo. Un único motor generador de energía (que en la actualidad es de electricidad, pero que en otras ocasiones fue de vapor o hidráulico), da vida a los 40 aparatos que conforman esta dependencia gracias a un sistema de acoplamientos, correas y ejes secundarios que se reparten por todo el techo de la sala y del que deriva una cinta para cada máquina.
Este sistema de correas y poleas es el que ofrece ese fondo rítmico al visitante que en un taller real se vería acompañado por el chirrido de la máquina al rozar la pieza de hierro. Pero para ello hace falta el operario, ausente en el museo. Así que el recorrido por esta primera sala necesita de un poco de imaginación para completar el proceso de trabajo de los tornos, entre los que destacan el fabricado por José Retenaga, uno de los pioneros de esta industria en Elgoibar, o el procedente de la empresa Orbea, con caja Norton, uno de los grandes éxitos del sector en su momento.
El recorrido continúa por las sierras alternativas, limadoras y distintos modelos de taladros (los llamados de sobremesa y de columnas). No podían faltar tampoco las fresadoras, entre las que hay que reseñar el primer modelo fabricado por Arana y Uribe de nombre Rafa. Aunque la pieza más preciada, por citar una, es el modelo de torno automático de fines del XVIII, fabricado por Brown & Sharpe y probablemente uno de los primeros que llegó al País Vasco.
Éxito de público
Pero el Museo de la Máquina-Herramienta ofrece una resonacia a esa composición que forman el acompasado rítmico de las correas y los imaginarios sonidos de las máquinas en funcionamiento real: la memoria de los fundadores de esta industria en Elgoibar. Nombres como Ciaran, Estarta, Estancona, Illarramendi, etcétera, muchos de los cuales comenzaron trabajando en talleres como reparadores de las máquinas que venían de Inglaterra o Bélgica, y que poco a poco se fueron independizando para crear empresas en los que acabaron fabricando piezas propias.
Para llegar a este desenlace había una herencia procedente de las ferrerías, pero también un factor clave: la necesidad. En un lugar en el que la orografía y los recursos naturales no daban para grandes excesos agrarios y ganaderos, hubo que tirar del ingenio y la decisión, los mismos que han hecho posible el museo, que ha gozado de éxito de público desde su inauguración: el año pasado fueron 2.200 los visitantes.
Este interés demuestra la puganza del sector, que se ha constituido como una de las industrias características no sólo de Elgoibar, sino también de todo el País Vasco, como demostró la reciente Feria de la Máquina-Herramienta de Bilbao.
LO QUE HAY QUE VER
El complejo de máquinas que dan sentido al museo de Elgoibar se completa con dos salas paralelas, que recogen aspectos imprescindibles para conocer la historia de la máquina-herramienta. Así, no podía faltar la herrería, con su fragua y yunque, completados con las herramientas que empleaba el ferrón para un trabajo bien conocido en la comarca (no hay que olvidar que en el entorno de Elgoibar ya en el siglo XV se registra la existencia de más de veinte ferrerías).A partir de ellas, surgirá otro de los sectores característicos de la cuenca del Deba, la fabricación de armas que también tiene su referencia en este museo, porque a partir de ella surgieron las primeras empresas dedicadas a la producción de máquina-herramienta. No hay que dejar de citar en este campo que el taller de armas de San Pedro de Elgoibar fue en 1877 el adelantado de la revolución industrial en la localidad guipuzcoana.
Pero el espacio que alberga más curiosidades es el que está dedicado a recoger la evolución de las maquinas y utensilios con las que se trabajó el hierro y la madera desde la Edad Media: hay tornos de pértiga y de arco, que se movían a pedales. Entre estos, destaca uno recuperado en Santa Cruz de Campezo. Y no faltan los taladros manuales, de los que hay una selección reseñable que cuenta con un ejemplar de berbiquí de cordel. En esta sala también se puede encontrar una colección de tornos de relojero, además de una sierra de ballesta del siglo XIX complementaria de los tornos antes citados.
El Museo de la Máquina-Herramienta de Elgoibar ha sido posible gracias a la fundación del mismo nombre que constituyeron distintas entidades vascas, con el Instituto de la Máquina-Herramienta al frente, seguido por el grupo Danobat, la Kutxa, la BBK y la Caja Laboral.
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