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Reportaje:

Un silencio que habla

María Fabra

Durante este fin de semana, los caminos del interior de la provincia de Castellón se verán poblados de romeros y peregrinos que renuevan los votos de sus antepasados. La más conocida, sin duda, es la de Els Pelegrins de Les Useres. En la madrugada del jueves al viernes, como hace siglos, los peregrinos iniciaron su camino hacia Sant Joan de Penyagolosa. Un largo camino en el que el silencio, al menos el de los peregrinos, sólo se rompe con el murmullo de las letanías y los rezos. Un silencio que, pese al numeroso público que acude a algún tramo del camino para presenciar su paso, se hace respetar porque habla de la tradición, los votos de sus antepasados y las promesas más ancestrales.Trece hombres, en representación del pueblo de Les Useres, realizan un recorrido de varios kilómetros en el que encuentran calor, frío, sed, hambre y una vegetación montañosa que obstaculiza el paso de sus túnicas azules y sayales morados, que los hacen rápidamente identificables. Sus sombreros negros de ala ancha son otro elemento particular de su indumentaria, que se complementa con rosarios y medallas de romeros colgados al cuello y un cinturón, también negro, del que cuelgan rosarios. Doce peregrinos y un guía, que simboliza la figura de Cristo, acompañados de tres cantores y el cura-párroco que porta la reliquia del santo.

La peregrinación de Les Useres es mucho más que una romería religiosa. El dramatismo con el que los 12 peregrinos, representando a los apóstoles, recorren el camino marcado desde el pequeño pueblo de la comarca de L'Alcalatén en el que se inicia, pasando por Lucena y Xodos, hasta llegar al pie del punto más alto de la Comunidad, Sant Joan de Penyagolosa, en Vistabella. Pero la peregrinación, que data del siglo XIV, tiene también camino de vuelta, con lo que el respeto a la tradición de este rito multisecular parece mantenerse casi intacta. El alimento de los romeros consiste en bacalao, huevos hervidos, pan y vino. Frugales comidas, en rudimentarios platos de piedra y cucharas de madera, para tan duro camino.

Cuando esta mañana los peregrinos hayan amanecido en Sant Joan, se habrán dispuesto, como siempre, para escuchar misa y proclamar sus cánticos, desayunar y comenzar el rito central de esta marcha. En la sacristía de la iglesia se reúnen los peregrinos, formando un círculo, con el guía, situado en el centro. Nadie más puede estar presente en este momento y ni siquiera los peregrinos pueden comentar lo que allí dentro ocurre. El guía les habla del sentido religioso de la marcha, del bien, del mal y de cosas divinas. Después, se realiza un acto de lavatorio de pies y se lleva a cabo la ceremonia del perdón. Sólo en el momento en el que el guía golpea la puerta, en señal de haber finalizado el rito, ésta puede ser abierta. Después, queda el camino de vuelta.

Dos días comprende también la romería de Catí a Sant Pere de Castellfort, que finalizará mañana, y en la que los peregrinos van acompañados de jinetes a caballo. Los vecinos de Morella también recorren, a pie, unos 20 kilómetros, para honrar a su patrona, la Virgen de Vallivana. No lejos de allí, en el santuario de la Balma, en Sorita, tiene lugar otra romería y en La Plana Alta, peregrinos de Cabanes se acercarán a la ermita de Les Santes.

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