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EL NUEVO GOBIERNO: VICEPRESIDENTE SEGUNDO, RODRIGO RATO

Su buena gestión fue el principal activo presentado por el PP para ganar las elecciones generales

Miguel Ángel Noceda

Cuando Rodrigo Rato apareció en los carteles electorales colgando de las farolas de Madrid, José María Aznar sabía muy bien que lo que vendía como reclamo de votos era su principal activo de la legislatura: los logros económicos. Y la imagen era, cuál si no, la del ministro del ramo: Rodrigo Rato Figaredo (Madrid, 18 de marzo de 1949; licenciado en Derecho por la Universidad Complutense y master en Administración de Empresas por la universidad californiana de Berkeley).Desde aquel momento Rato se convirtió en el delfín mejor colocado para suceder a Aznar como candidato a la presidencia del Gobierno. Pareció una apuesta decidida. Pero ayer, tras conocerse que se mantiene como vicepresidente segundo, sin ascender al peldaño siguiente como se esperaba, surgieron dudas sobre la nitidez de aquel mensaje.

Quizá le llegue esa oportunidad de ser candidato a presidente dentro de cuatro años, cuando ronde la mitad de la cincuentena. Pero en esto de la política todo se convierte en una aventura de difícil predicción. De momento, se tendrá que conformar con continuar dirigiendo la política económica desde la cartera de Economía -sin Hacienda- y con ser el número tres de Aznar, cuyo nombre recomendó al patriarca de la derecha, Manuel Fraga, cuando éste necesitaba un sustituto para apuntalar e impulsar el partido.

Probablemente, el mantenimiento del esquema del primer Gobierno le venga bien para seguir en un segundo plano y no quemarse políticamente. En cualquier caso, se especulaba con que Rato tuviera mucho que ver y hacer en el cuaderno azul de Aznar y que colocara a alguno de sus fieles en otros ministerios. Sólo ha salido Cristóbal Montoro, para Hacienda. Ni José Folgado ni Elena Pisonero tienen por ahora puesto en el Gobierno.

A este hombre sus apellidos le delatan: Rato y Figaredo. Dos familias con raíces empresariales. Fue su propio padre, una persona que hizo muchos caudales en los negocios radiofónicos (Cadena Rato) e inmobiliarios, quien le empujó a la política aprovechando su íntima amistad con Fraga. También fue su padre el que antes le envió a Estados Unidos "para aprender bien el inglés porque, si no, no se va a ningún sitio" (Ramón Rato, padre, dixit). Por parte de madre, su raigambre enlaza con la minería asturiana. Los Figaredo eran unos clásicos en el carbón, hasta que llegó la crisis, y desde ese sector saltaron a las finanzas para convertirse en una de las familias de Banesto hasta la crisis de esta entidad tras la gestión de Mario Conde.

Y Rato se hizo político -mantiene, por supuesto, sus paquetes accionariales en las diversas empresas del grupo familiar- por pura vocación. Con 30 años, después de graduarse en Business Administration por la universidad californiana de Berkeley y de pasar algunos ejercicios en los negocios familiares, asumió el cargo de secretario de la Comisión de Economía de Alianza Popular.

Eran tiempos de travesía del desierto para la derecha española, muy disminuida por su propia falta de identidad -atomizada en varios grupos- y por la pujanza de la izquierda socialista. Fraga le convirtió en uno de sus muchachos y no dudó en darle poderes. Aprendió a la sombra de Miguel Herrero de Miñón, al que sustituyó como portavoz del Grupo Parlamentario Popular, cargo que ostentó durante los últimos siete años que estuvo en la oposición.

A Rato le ha tocado picar mucha piedra y, tal vez por ello, creció en madurez hasta convertirse en uno de los parlamentarios con lengua más afilada y mejor polemistas. También, para demostrar un fino sentido del humor que, a veces, le acerca a que se le tache de chuleta. Aunque es dialogante y flexible, se muestra implacable con sus colaboradores. Exige tanto como se exige a sí mismo. Sobre él hay opiniones para todos los gustos. Es más ambicioso de lo que aparenta, según unos; no necesita aparentar, según otros.

Cuando llegó al vetusto ministerio de la calle de Alcalá no tardó en ordenar que pusieran su nombre en el cuadro de honor en el que figuran todos los ministros desde el siglo pasado. Debajo de los socialistas Carlos Solchaga y Pedro Solbes. La fecha de llegada, 1996; la de partida ya no está tan clara. En su haber aperecerá una gestión eficaz, acompañada de un buen ciclo económico, que, por lo menos a corto plazo, le permitirá seguir saboreando el éxito.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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