El mapa más preciso del principio del universo indica que es plano y no tendrá fin
Un telescopio en un globo ha realizado las observaciones desde la Antártida
Un globo del que iba suspendido un avanzado telescopio se dio un paseo sobre la Antártida durante 10 días a finales de 1998. Su objetivo era medir con mayor precisión que nunca las irregularidades en la radiación de fondo, la reliquia de los primeros tiempos del universo que causa el 1% de las interferencias que se ven en la pantalla de un televisor. El primer mapa de alta resolución de las condiciones del universo primitivo, hecho con un superordenador, indica que el universo es prácticamente plano y no tendrá final, una de las dos posibilidades existentes.
En el proyecto Boomerang, que se concretó en el vuelo del globo en la Antártida, participan 36 científicos de 16 universidades y organismos de Italia, Reino Unido, Canadá y Estados Unidos. Su director es el científico italiano Paolo de Bernardis, de la Universidad de Roma La Sapienza. La mayor parte de la infraestructura, así como el análisis de los datos, la ha aportado Estados Unidos.Los datos obtenidos cubren el 3% del cielo y han permitido hacer un mapa que muestra multitud de pequeñas estructuras, las semillas de las actuales. Pero además, el análisis de los datos indica que la forma del universo es prácticamente plana (puede tener una curvatura máxima de un 10%), lo que quiere decir que si se proyectan dos rayos láser en paralelo desde la Tierra no se encontrarán ni separarán nunca. Todo esto apoya además la teoría de la inflación que dice que al principio de su vida, en los primeros instantes, el universo se expandió enormente en una fracción de segundo. Es como si un globo se estirase y aumentara tanto de tamaño que su superficie se viera como plana.
Masa y energía
En cuanto al final que aguarda al universo, las leyes de la física indican que si el universo fuera curvo sería porque tendría la materia suficiente como para que la gravedad terminara por contrarrestar la expansión y todo acabaría en un gran colapso. Pero si el universo tiene menos materia y es plano, como parece, no le aguarda ese final catastrófico. Casar todo esto con otras investigaciones cosmológicas no es fácil, porque nadie sabe dónde está la masa que debe existir para que el universo sea plano, pero los más optimistas creen que estos resultados apoyan o al menos no contradicen las recientes observaciones de que la expansión del universo se está acelerando y la hipótesis de que ello se debe a la existencia de alguna forma de energía en el vacío, la energía oscura, que sería la famosa constante cosmológica propuesta en 1917 por Albert Einstein y que sustituiría parcialmente a la materia oscura nunca encontrada.
Volviendo al Boomerang, este experimento representa la confirmación de que ha llegado la cosmología de precisión, comenta en la revista Nature, donde se publican los resultados, Wayne Hu, del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (EE UU). Es la última de una serie de observaciones cada vez más precisas después del descubrimiento que hizo el satélite Cobe, en 1991, de las arrugas en la radiación de fondo. Desde que se descubriera por casualidad la existencia de la radiación de fondo en los años sesenta no se habían podido observar en ella las irregularidades que debían existir como germen de las grandes estructuras galácticas actuales, según el modelo, ampliamente confirmado, de la expansión del universo a partir de una gran explosión (hace unos 14.500 millones de años, según las últimas estimaciones del telescopio Hubble).
Según esta teoría del Big Bang, el universo empezó siendo muy denso y caliente y se fue enfriando al expandirse, transportando las galaxias y todo lo demás hacia un final que parecía incierto en el espacio y en el tiempo. En los primeros años de existencia, los fotones, las partículas sin masa que transportan la energía electromagnética, como la luz, estaban firmemente unidas a la materia. Creen los científicos que a los 300.000 años de la explosión, al disminuir la temperatura, se formó el hidrógeno atómico y los fotones se soltaron y empezaron su larguísimo viaje que hace que actualmente se puedan observar como una débil radiación omnipresente en el rango de las microondas, muy fría ya, a 270 grados centígrados bajo cero.
Medir con precisión esta radiación de fondo ha sido una hazaña científica y tecnológica. Los científicos resaltan la calidad del telescopio de microondas fabricado en Italia. Ha habido que descartar otras fuentes de microondas en el espacio y el análisis de los datos ha necesitado tres semanas de proceso en un superordenador Cray T3E del Departamento de Energía de Estados Unidos. "Estamos en el límite de lo que podemos hacer con los algoritmos actuales en los superordenadores actuales", ha dicho Julian Borrill, encargado del análisis.
El científico español Rafael Rebolo, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), director del Experimento Tenerife, que midió en 1992 las mismas arrugas en la radiación de fondo que el satélite Cobe, cree que el experimento Boomerang ha salido muy bien, pero que aún queda mucha información por extraer de la radiación de fondo, informa Mónica Salomone. Su grupo está a punto de poner en marcha otro experimento en el Observatorio del Teide, el Very Small Array (VSA), una red de detectores de microondas que analizará está radiación con mayor sensibilidad que la de Boomerang, en colaboración con observatorios británicos. Este experimento debería poder medir otros de los parámetros decisivos para descartar modelos incorrectos sobre el origen del universo, como si existe o no una gran cantidad de materia oscura de naturaleza aún desconocida.
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