Felipe V
En el testamento político que el rey Felipe V redactó en 1724 para su hijo Luís, le recomendaba a éste: "Mantened a los catalanes, valencianos y aragoneses bajo control, y no les devolváis sus fueros, porque son gente turbulenta, especialmente los catalanes". Ésta y otras hipotéticas pruebas de que el monarca tenía ideas claras sobre el viejo instrumento del autogobierno del pueblo valenciano reciben notorias y contundentes rectificaciones en el reciente y sin embargo silenciado libro de Henry Kamen, Felipe V. El rey que reinó dos veces, sobre el rey que dictó la abolición de los Furs valencianos como consecuencia de la voluntad de reducir todos sus reinos a una misma ley, la castellana, en acto de aplicación de su poder soberano y del justo derecho de conquista resultante de la victoria aplastante de su ejército (franco-español) sobre el del Archiduque Carlos en los llanos de Almansa un 25 de abril de 1707. Las críticas que se han publicado sobre el libro, y las que recibió su relativamente reciente libro sobre la figura de Felipe II (Felipe II de España), apuntan a la desapasionada objetividad de Kamen y a un riguroso tratamiento de las fuentes. Este libro, por ello, delata hasta qué punto la imagen de los acontecimientos valencianos de principios del XVIII está prodigiosamente desenfocada hasta creer sin más, y hacer de ello una permanente causa de agravio colectivo, que la abolición de los Furs fue un estricto y calculado acto de venganza, que la Guerra de Sucesión fue un acontecimiento crucial en la vida del pueblo valenciano y que del mal de Almansa lo fundamental siempre fue que a tots alcança.Pues bien, la sosegada lectura de este ameno y documentado libro ofrece no pocas sorpresas a la crédula opinión de plantear la guerra que urdieron las grandes potencias europeas de entonces a propósito de un galimatías de documentos, acuerdos y panoplias sucesorias a la muerte del infeliz último rey de la casa de Austria, Carlos II, como una guerra de independencia de los valencianos frente al absolutismo de inspiración francesa, -cuyo agente aquí, de acuerdo con esa versión, sería el propio rey Felipe V-, cuando en la batalla de Almansa, quienes defendieron la supuesta clara posición austracista a favor del mantenimiento de los Furs valencianos fueron, a decir de las fuentes, un ejército de 15.000 hombres mandado por Galway y Minas, de los cuales la mitad eran portugueses, un tercio, ingleses, y el resto, holandeses, hugonotes y alemanes; "no había españoles", concluye Kamen. Frente a ellos, otro ejército, al mando de Berwick, Popoli y d'Asfeld, bastante más numeroso (25.000 hombres), la mitad de los cuales eran franceses, un regimiento estaba compuesto por irlandeses, y el resto, dice Kamen, eran españoles. Kamen asegura, además, que el castigo de la abolición ni siquiera fue bien visto por una parte muy importante de los propios partidarios del rey, y que, siendo un error político, porque castigaba también a sus partidarios valencianos, no por ello dejaba de reflejar el desenlace de una opinión política poderosa que venía de muy atrás, del tiempo de Felipe II, y que buscaba modernizar estructuralmente la constitución de los reinos bajo la jurisdicción del monarca. En ese sentido, ni siquiera advierte en Felipe V la voluntad absolutista que tradicionalmente le asigna la crítica política e historiográfica de nuestra tradición valencianista. Celebrar el 25 d'abril con este amargo desayuno sólo es recomendable para gente sin complejos. Y aun así...
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