Las incógnitas del Gobierno se centran en la portavocía y las vicepresidencias

José María Aznar acudirá el próximo jueves por la mañana a jurar su cargo ante el Rey y aprovechará el resto de la jornada, hasta comunicar a don Juan Carlos hacia las siete de la tarde la composición de su nuevo Gabinete, para las últimas llamadas telefónicas de confirmación de puestos. A la espera de conocer los nombres de sus ministros, en el PP se hacen cábalas sobre las tres claves del futuro Ejecutivo: ¿cuántas vicepresidencias tendrá?, ¿quién será el ministro de la Presidencia? y ¿cómo se resolverá la figura del portavoz?A estas alturas, aún se desconoce si Aznar va a dejar sólo como vicepresidente a Rodrigo Rato; si mantendrá como tales a Rato y Francisco Álvarez Cascos; si sustituirá a este último por otro ministro que ejerza de contrapeso político del que todos ven como su sucesor, Rato, o si aumentará el número de las vicepresidencias para, sin degradar a Álvarez Cascos, dar cabida a alguno de los nuevos pesos pesados del partido.

La solución a esas incógnitas lleva emparejada la del nuevo titular de la cartera de Presidencia, una persona por definición muy cercana al presidente.

En el PP se está imponiendo la tesis de que el ministro portavoz, otro de los puestos básicos, no tendría que sumar esa función a la de vicepresidente o ministro de la Presidencia. Y se apuesta con fuerza por que Aznar respalde al cuestionado Josep Piqué con todas las consecuencias, es decir con una cartera técnica como la nueva de Innovación, Desarrollo e Investigación y la tarea añadida de ser otra vez la cara y la voz del Gobierno.

En cualquier caso, Aznar no ha concedido muchas pistas de sus intenciones a nadie. Ayer, por ejemplo, ni siquiera citó a su núcleo duro de colaboradores en los tradicionales maitines de los lunes en Moncloa. Tampoco, según se asegura, ha utilizado las vacaciones de Semana Santa para cotejar otras opiniones. Dejará la solución para el último momento. Hasta entonces proliferará el debate sobre si el Gabinete será o no muy continuista, es decir sin demasiados cambios, o si Aznar aplicará un reequilibrio territorial, ya que ahora Castilla y León se ve favorecida respecto a Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha.