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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La gran corrección

Cuando pase el tiempo, las convulsiones de los mercados registradas este mes se interpretarán probablemente como una corrección necesaria a la excesiva euforia con que se cotizaban los nuevos valores bursátiles, conocidos como tecnológicos. El varapalo de abril es una advertencia severa para quienes certificaron el fallecimiento de las carteras tradicionales. Es posible que los inversores del futuro crean que las pérdidas de las empresas son sinónimo de inversión presente y beneficio futuro, o que el precio de las acciones debe subir cuando aumentan los ingresos brutos; pero, por el momento, la caída del Nasdaq y de los mercados tecnológicos europeos demuestra que estabilidad y beneficios persistentes siguen siendo la opción principal para los inversores.La gran corrección debería servir para matizar conceptos muy generalizados, como los que se refieren a "valores tecnológicos" o "nuevas cotizaciones", aplicados en muchas ocasiones a empresas de corte tradicional -medios de comunicación, ocio o entretenimiento, por ejemplo- que no necesariamente tienen que evolucionar con grandes oscilaciones o elevada volatilidad; en otros casos, junto a empresas bien concebidas y organizadas, existen las que son meros ejercicios de oportunismo o improvisación. No resulta muy arriesgado, en consecuencia, augurar que el "nuevo mercado" generará durante semanas volatilidad y movimientos de corrección. Una referencia para medirlos será la subida de tipos en EE UU que parece preparar la Reserva Federal para mediados de mayo.

Conclusión evidente de lo sucedido en abril es que los nuevos modelos de inversión y valoración no lo son tanto. Los factores decisivos para moderar la volatilidad de los "valores tecnológicos" son tradicionales. Las empresas que quieran mantenerse deberán ofrecer algo más que vagas promesas de beneficio a medio plazo y abstrusas teorías sobre inversión y beneficios. Tendrán que añadir cuentas fundamentadas y planes de actuación muy precisos. Además, debe entenderse que la compra de acciones con crédito, cuando supera en mucho la capacidad de financiación del comprador, es un riesgo muy fuerte para el mercado. La relación entre la especulación a crédito y los movimientos de pánico en la historia de los crash bursátiles cuenta con una excelente literatura que debería estar en la memoria de quienes quieran rentabilizar su dinero en los parqués.

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