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El exilio radical cubano reacciona con violencia y duras críticas contra Clinton

Más de un centenar de detenidos en unos disturbios que se prolongaron durante horas

La ciudad de Miami era ayer un infierno sitiado. Literalmente. Los exiliados cubanos volcaron y quemaron contenedores, prendieron fuegos en mitad de las principales calles, montaron barricadas, pararon el tráfico, tiraron piedras contra los conductores, vandalizaron kioskos y banderas americanas y arremetieron contra los cientos de policías antidisturbios que trataban de imponer orden lanzando gases lacrimógenos en mitad del caos. Hubo más de un centenar de arrestados y algunos heridos leves -entre ellos, el subjefe de policía de Miami, Bill Schwartz, y el líder del Movimiento Democracia, Ramón Saúl Sánchez-.

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El ataque colectivo de histeria y rabia comenzó al amanecer, poco después de que se corriera la voz entre el exilio de que habían perdido la batalla por Elián, que los agentes federales lo habían sacado por la fuerza. "Lo han secuestrado", "se lo han arrancao", "asesinos", "comunistas", "Clinton, Reno lo vais a pagar muy caro", gritaban confusos e indignados los cerca de 50 testigos que vieron como los agentes federales sacaban a Elián envuelto en una manta blanca, asustado. El equipo de fuerzas especiales, armados con rifles automáticos, llegaron en varias furgonetas blancas a las 5.15 de ayer (11.15, hora peninsular española) al número 2319 de North West Second Street, de la Pequeña Habana. Primero reinó una gran confusión. Los manifestantes que hacían guardia permanente frente a la casa del tío abuelo de Elián trataron de formar una cadena humana, pero inmediatamente los redujeron con gases lacrimógenos. Todo sucedió en un instante. La Operación Reunión duró tres minutos.

Rodearon la casa, llamaron a la puerta e, instantes después, al no tener respuesta, la derribaron. Ocho de los agentes entraron. Fueron primero al dormitorio de Elián y luego al de sus tíos abuelos, y allí estaba el niño de seis años en brazos del pescador que le rescató del naufragio, Donato Dalrymple, escondidos en un armario. Según el recuento posterior, la familia trató de forcejear de palabra hasta el último momento. "Me dijeron dame al niño y yo les dije 'no se lo lleven, que él no vea todo esto, bueno, se lo doy pero no por la fuerza', y ellos seguían gritándome: '¡dame al niño!", decía entre llanto y furia Marisleysis, la prima segunda que ha cuidado de Elián durante casi cinco meses.

"No hay justicia. Esto es América, no Cuba. Clinton y Reno han traicionado a esta familia y a este país", gritó Marisleysis más tarde por los megáfonos frente a su casa, uno de los pocos lugares donde no se produjeron confrontaciones. Una agente del Servicio de Inmigración (INS) que habla español rescató a Elián en sus brazos y lo metió en una de las furgonetas.

Luego lo trasladaron a la isla Watson, y, desde allí, en helicóptero, a la base aérea de Homestead, donde un médico lo reconoció antes de que volara a la base aérea de Andrews, cerca de Washington. Allí le esperaba su padre, que no lo había visto desde mediados de noviembre.

En contraste con las imágenes de violencia de Miami que daban la vuelta al mundo, los políticos cubanoamericanos locales insistían en que eran brotes esporádicos o provocaciones de agentes castristas, y exhortaban deseperadamente a la calma. "El único que gana aquí con la violencia es Fidel Castro. Podemos hacer manifestaciones, pero pacíficas", decía el alcalde de Miami, Joe Carollo. La estrategia oficial era mandar faxes al Gobierno federal y manifestarse en los 20 lugares designados. Pero los exiliados cubanos no estaban para campañas de relaciones públicas. Era una cuestión de orgullo.

Pulso de poder

Después de casi cinco meses en un pulso de poder con Castro, reclamaban su derecho al pataleo con disturbios que no fueron convocados por organización alguna. Era una imagen surrealista en medio de las cruces de Semana Santa. "Esto ha sido como crucificar otra vez al Mesías".

A los parientes con los que ha vivido Elián -su tío abuelo Lázaro González, Marisleysis y su madre, Angela- el asalto les tomó por sorpresa. La ministra de Justicia, Janet Reno, había negociado hasta las 4.30 horas, pero ellos rechazaron las ofertas. El vaso de la paciencia de Reno se colmó cuando se negaron a ir a Washington, porque era más fácil que el padre viajara a Miami. "El es uno y nosotros, una familia grande, y vivimos en Miami, lo normal es que hubiera sido aquí". Renó respondió: se les ha acabado el tiempo. Media hora después llegaron los agentes.

Los González quitaron la bandera de EEUU que hasta ayer había ondeado en su casa. Sobre las 17.00 (23.00, hora peninsular española) llegaron a Washington para ver a Elián y comprobar "que está en buenas manos". Juan Miguel no quiso recibir anoche a sus parientes, aunque su abogado, Greg Craig, no rechazó que se puedan reunir en los próximos días.

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