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Putin se deshace del fiscal general al que Yeltsin trató de destituir tres veces

Borís Yeltsin destituía a primeros ministros como si fueran marionetas (algunos se parecían bastante) para demostrar que sólo él mandaba en Rusia, con permiso de los grandes magnates. Su heredero, Vladímir Putin, entronizado el 26 de marzo en las urnas y poco amigo de armar tanto ruido, demuestra, ya antes de tomar posesión (lo hará el 7 de mayo), que tiene bien sujetas las riendas del poder. El Consejo de la Federación (Cámara alta) dio ayer la última prueba al ratificar, como ya hizo la Duma, el tratado de desarme START II, y al dar finalmente por buena la destitución del fiscal general, Yuri Skuratov.

Yeltsin se estrelló contra el poder legislativo en ambos expedientes. Una Duma dominada por los comunistas y sus aliados nacionalistas rechazó una y otra vez los intentos de ratificar el STARTII, suscrito en 1993 con Estados Unidos y que prevé la reducción de los arsenales estratégicos hasta un máximo de 3.500 cabezas nucleares por cada país. El pasado viernes, sin embargo, la nueva Cámara elegida el 19 de diciembre, mucho menos rebelde, se plegó con docilidad y amplísima mayoría a los deseos del presidente. Con ese precedente, la votación de ayer en el Consejo de la Federación era un trámite que los senadores cumplieron sin salirse del guión: 133 votos a favor, 10 en contra y 6 abstenciones.

Ya metido en faena, Putin logró también ayer que la Duma aceptase a su aliado el ex primer ministro Serguéi Stepashin como presidente del organismo equivalente al Tribunal de Cuentas español, y tiene a punto de caramelo para mañana la ratificación del tratado de prohibición de pruebas nucleares (TNP), que el Senado norteamericano rechazó el año pasado. Bill Clinton está ahora a la defensiva, especialmente por su intención de poder desplegar un sistema nacional antimisiles.

Para Rusia, eso sería violar o desnaturalizar el tratado de misiles antibalísticos (ABM), al que considera la clave de tres décadas de negociación de desarme. La cumbre que ambos presidentes celebrarán el 4 y el 5 de junio en Moscú permitirá detectar si son compatibles los intereses aparentemente contrapuestos de los dos gigantes atómicos.

En el ámbito interno, la otra gran decisión que ayer tomó el Consejo de la Federación tiene más significado que la ratificación del START II. Al aceptar el cese del fiscal general Skuratov, los senadores admiten, sin sombra de duda, que Putin es el que manda, que no cuestionan su preeminencia sobre el Parlamento y que le reconocen su derecho a decidir a quién pone en los puestos clave del Estado. Algunos influyentes líderes regionales lo dijeron tras la votación casi con esas mismas palabras.

Putin es joven, enérgico y decidido. Con eso parece bastar a la mayoría de la clase política rusa, tan en ayunas como el resto del mundo respecto a si el antiguo agente del KGB esconde un designio autoritario o democrático. Si le salen bien las cosas, Putin puede estar ocho años en el Kremlin, incluso 11 si logra aumentar a siete años el mandato presidencial. Pocos políticos quieren empezar con mal pie y resistirse a su rodillo, al menos mientras se le vea con fuerza para aplicarlo. Si se viene abajo, los aliados se trocarán en enemigos, como le ocurrió a su predecesor, pero esa hipótesis parece ahora remota.

Acusaciones de corrupción

Los senadores dieron tres rotundos noes a Yeltsin cuando quiso deshacerse de Skuratov, que cometió la osadía de investigar por corrupción al entorno más cercano del presidente. El Kremlin utilizó contra él fuego de artillería pesada, incluyendo una disparatada acusación de aceptar 14 trajes de lujo como soborno y la difusión por la primera cadena de la televisión estatal de un vídeo en el que se mostraba al fiscal retozando con dos prostitutas. El Consejo de la Federación, sin embargo, siguió en sus trece hasta completar tres sonoras bofetadas morales a Yeltsin.

Pero con Putin no se atreven. Nuevo presidente, nueva etapa. Más de un año sin fiscal general era demasiado para un país que intenta recuperar la normalidad económica, política e institucional. Putin pidió a los senadores la cabeza de Skuratov. Éstos se la presentaron ayer en bandeja de plata, y sin pasar factura. Por ahora.

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