Un billete de ida y... vueltas
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Por los pasillos de Barajas, la indignación de algunos pasajeros atravesaba su fase eufórica y las gargantas imitaban a Raphael entonando el "escándalo, es un escándaloooo". Eran cerca de las tres de la madrugada y más de un centenar regresaban por segunda vez en la noche desde Santiago. Dos veces despegó de Madrid el vuelo 619 de Spanair y ambas tuvo que desistir del aterrizaje en la capita gallega por falta de visibilidad. Otros 180 de uno de Air Europa entre Palma de Mallorca y Santiago vivieron la misma noche de trajines de ida y... vueltas.Antonio Landeira, compostelano, embarcó en Madrid a las 21.35 del martes con destino a Santiago. No llegó a su casa hasta cerca de las 11.00 de ayer tras haber volado tres veces entre Madrid y Santiago y disfrutado, eso sí, de una hora de sueño en un hotel de cuatro estrellas. En el aeropuerto compostelano de Lavacolla vivió dos veces la misma escena en unas cuatro horas: un avión que comienza a descender hasta que, de repente, toma altura de nuevo. No pudieron aterrizar en la primera ocasión por las condiciones meteorológicas, regresaron a Barajas, bajaron del aparato y les volvieron a llamar al cabo de una hora anunciándoles que, al parecer, el tiempo había mejorado. Pero mientras llegaban a Santiago los cielos se volvieron a cerrar y la niebla cubrió de nuevo la pista.
Landeira se tomó el trajín nocturno con excelente humor y ayer al mediodía, a punto de acostarse, recordaba entre risas la cara de la pobre azafata del mostrador de Spanair que preguntaba a su interlocutor al otro lado del teléfono: "¿Pero yo, ahora, qué le digo a esta gente?". "Lo mejor, sin duda, fue lo del hotel", bromea Landeira; "nos metieron en dos autobuses, nos llevaron a la plaza de Colón, nos acostamos a las cinco de la mañana y a las seis y media ya nos estaban llamando. Gentileza de la compañía: una hora de siesta en un hotel de cuatro estrellas y una excursión en autobús".
El caso de Landeira, que había pasado unos días en Madrid, fue de los más llevaderos: compañeros de pasaje, emigrantes gallegos en América, habían salido de Argentina y Venezuela unas horitas antes.
La misma odisea nocturna vivieron 180 viajeros entre Palma y Santiago, aunque estos últimos, tras el primer aterrizaje frustrado, regresaron a Madrid en vez de a la isla. Además de las malas condiciones de visibilidad, AENA comunicó que se había averiado en Lavacolla el sistema ILS, que auxilia a los pilotos. De hecho, no entró ningún vuelo entre las 20.00 del martes y las 9.30 del miércoles.
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