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ACUERDO SOBRE GIBRALTAR

Verjas interiores

Tereixa Constenla

Suresh Manji alberga muchas dudas sobre los beneficios que podrá obtener con el acuerdo hispano-británico anunciado ayer en Bruselas. Hace 15 años que Manji emigró desde India y se instaló en Gibraltar. Es comerciante, como la mayoría de los 500 emigrantes indios afincados en el Peñón. Además de su tez aceitunada, hay otros elementos que distinguen a su comunidad de otras: el color de las tarjetas de identidad.Las autoridades gibraltareñas expiden documentos identificativos, en los que consta incluso la talla y el color de los ojos, de tres colores distintos. Rojo para los británicos, azul para los llanitos y verde para los extranjeros. Por eso Manji duda de que el membrete del Reino Unido que constará a partir de ahora en las tarjetas gibraltareñas, que podrán sustituir al pasaporte para entrar en países comunitarios, conste en la suya.

Al comerciante indio le pesan tanto algunas decisiones gibraltareñas como otras españolas. Las primeras le impiden reagrupar a su familia, que sigue residiendo en Surat, una localidad cercana a Bombay, mientras que no supere los 25 años de estancia. Las segundas le imposibilitan para entrar en España desde que, hace año y medio, la Embajada española en Londres dejó de concederle el visado de turista. "Ni siquiera puedo ir a La Línea. Y creo que es una pérdida de dinero porque aquí no tienes mucho que ver y cuando sales siempre gastas", aduce.

Una de sus empleadas, Vanessa Olivero, de 20 años, cruza la Verja a diario desde La Línea, donde el raquitismo del mercado laboral empuja a cientos de habitantes a buscar empleo en el Peñón. Su visión respecto al acuerdo es bien pragmática: "Pudiendo entrar y salir, me da igual lo que hagan". Una indiferencia que no comparten los llanitos en general. El propietario de una tienda textil, que prefiere no identificarse, lo enjuicia con cierta ironía: "No cediendo en los puestos respectivos, poner las siglas UK [Reino Unido] en la tarjeta de identidad no es ningún problema". Sobre la cooperación policial sostiene que debería haberse rubricado hace 20 años. "Pero no fue por falta de ganas nuestras", apostilla.

Uso del aeropuerto

Lo del uso compartido del aeropuerto, como reclama el alcalde de Algeciras, Patricio González, del Partido Andalucista, desde hace tiempo, es ya otro cantar. "Lo veo muy difícil, pero la gente de aquí querría que todo se arreglara", dice un militar retirado. Su reflexión sobre el acuerdo parece incontestable: "España dice que es bueno para ellos, Gibraltar dice que es bueno para nosotros y Gran Bretaña que es bueno para ellos. Debe de ser un buen acuerdo".

Con 77 años y su pasado de policía militar en la zona aeroportuaria, ha vivido de cerca todas las peripecias políticas. El cierre de la Verja, en 1969, generó la mayor tensión: "La gente se enfureció, y miles de españoles perdieron el trabajo". "Las policías ya estaban colaborando ahora. No somos antiespañoles como dice [Abel] Matutes ", aclara. Para corroborarlo echa mano de la memoria histórica familiar: "Mi padre tuvo a 12 refugiados españoles durante la guerra civil".

El tránsito en la Verja, donde las retenciones de ayer no se diferenciaron de las de jornadas anteriores, es bidireccional. El septuagenario es uno de los llanitos que frecuentan los negocios comerciales y recreativos de La Línea y, por tanto, un experto en controles. En casos extremos ha tardado cinco horas en atravesarla, pero se manifiesta con cierto realismo sobre el futuro: "Aunque no quiten totalmente la Verja, deberían arreglar las colas que se forman en muchas ocasiones por el gusto de los policías que están charlando".

A pocos metros de la plaza Covent, donde sólo los extraños reparan en dos cañones enfundados, está la librería de Marie Moss, una británica con gusanillo teatral que, después de comparar Londres y Gibraltar, eligió el Sur, donde compagina su actividad como librera con las representaciones del grupo Trafalgar Theatre.

Moss desconocía ayer el contenido del acuerdo alcanzado en las alturas, pero su opinión coincide con la manifestada por otros llanitos: "Hay problemas entre los políticos, pero buenas relaciones entre las personas de ambos lados".

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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