De la importacia de la marca para sobrevivir
La localidad de Crevillent (Baix Vinalopó), ciudad tradicionalmente dedicada a la producción de alfombras, acoge además a una docena de empresas productoras de corsetería. Una de ellas, Cristina Davó, ha comprendido la importancia de "crear marca" para poder sobrevivir a un mercado que cuenta los días para la llegada de la liberalización europea del textil. O lo que es lo mismo, la entrada de prendas íntimas a precios irrisorios sin competencia. "Europa ha cambiado el sector textil por otros sectores", asegura. "Y en el 2002 el que no tenga un producto reconocible, lo pasará mal".José Davó, gerente de esta mercantil de segunda generación fundada en 1972, tiene claro que la supervivencia dentro del sector pasa necesariamente por que la marca suene. Pero para eso hace falta una gran inversión en publicidad. De momento, han destinado cerca de 40 millones para hacer valer el nombre de la firma. Aunque lo realmente importante, según Davó, es que las clientas "se encuentren bien" con sus prendas.
Los inicios de la firma hay que buscarlos en la compra de retales por parte de su padre para fabricar piezas de sujetadores que después vendía a otras marcas. José Davó accedió a los 18 años a la firma familiar, y con el tiempo fue tomando las riendas de la empresa. "Desarrollé modelos propios a escondidas de mi padre, ya que yo trabajaba como cortador, y el diseñador es el puesto clave en este tipo de factorías", asegura. De esos años, en los que la factoría producía poco más de 3.000 prendas semanales, Cristina Davó ha pasado a facturar 500 millones de pesetas anuales y crear 35.000 piezas. Entre ellas, la línea Confort Bra, dedicada en exclusividad a las tallas grandes. "Es difícil, para las mujeres, encontrar tallas altas, con moda, y tejidos adecuados", explica el propietario. "Nosotros fuimos pioneros en este sentido". Davó asegura que después de haber realizado diversos pases de sus modelos en televisión, han recibido decenas de cartas de mujeres preguntando cómo poder adquirir sus productos.
El mercado nacional ocupa prácticamente toda la producción de la factoría, y tan sólo el 5% se destina a la exportación. Una de las razones aducidas es la exigencia de algunos compradores internacionales de que el producto sea de marca blanda, es decir, que carezca del distintivo de la mercantil. "Hemos tenido la oportunidad de vender en varias ocasiones para la exportación la producción de varios meses, pero nos exigían que fuera sin marca, algo que descartamos", explica. Pese a todo, Cristina Davó exporta a la mayoría de países europeos y a los países árabes.
El muestrario de prendas con el que cuenta la mercantil crevillentina es "muy amplio, con una gran gama de colores". Algo que según el gerente, es "altamente costoso de mantener", pero que permite unos mayores márgenes de penetración en el mercado. "Dentro de una misma persona cubrimos todas las necesidades", explica Davó. "Una mujer no lleva la misma ropa interior un fin de semana que entre semana", apunta. Las prendas de esta factoría van dirigidas preferentemente al sector medio de la población. "Tenemos diseño, buenos materiales y un precio asequible", asegura. "No tenemos ninguna necesidad de buscar el elitismo que otras marcas parecen perseguir. Todo el mundo tiene derecho a ir cómodo y a la moda".
Tras las franquicias
El alto crecimiento experimentado en los últimos años en la factoría crevillentina Cristina Davó, con una media del 22%, hace que la dirección de la mercantil se marque en la diversificación de artículos que fabrica la marca, y la apertura de franquicias bajo su nombre, como dos de los principales caminos sobre los que basar su futuro."En los próximos cinco años esperamos tener una línea de productos formada por cinco artículos más", afirma el gerente de la firma, José Davó. Medias, ropa de baño, pijamas, e incluso, perfumería, son algunas de las opciones de futuro que baraja la mercantil. La apertura de tiendas bajo franquicias, planteadas a semejanza de las abiertas por otras firmas de ropa íntima internacional, se plantea como una inversión a largo plazo.
El paso de los años, según Davó, ha cambiado radicalmente la moda en la corsetería. "Hace ocho años el mercado estatal producía una colección por año, mientras que en la actualidad se realizan cuatro campañas cada tres meses". Algo, que según el gerente de la factoría, obliga a estar "pendiente" de las últimas líneas de diseño y de los nuevos tejidos. Hasta el punto de que el gerente de la firma de Crevillent asegura que las "colecciones se han perdido".
Junto a las revistas especializadas y los diseños propios, las ferias "tienen una gran importancia para este sector", afirma el gerente. Citas como las francesas de París y Lyón, a las que acuden las marcas más sobresalientes del mercado, son las que marcan la pauta de las últimas propuestas para un sector simpre cambiante.
Una empresa familiar con un crecimiento anual superior al 22%
La entrada de José Davó a la cúpula de dirección de la empresa familiar Cristina Davó se notó rápidamente. El primer paso fue cambiar el nombre a la marca. "Ésta suena bien hasta en el extranjero", asegura José. Con el nombre, y un "buen equipo", el crecimiento registrado desde esos momentos ha superado el 22% anual. Cristina Davó cuenta con una plantilla formada por 80 operarios, junto a 40 personas que trabajan de manera indirecta para la factoría.En la actualidad, la firma crevillentina, que se dedica en exclusividad al diseño y fabricación de prendas íntimas, tiene dos líneas de producción. Por una parte, factura modelos con tallas convencionales, dirigidos a mujeres entre los 20 y los 35 años, y por otra, diseños destinados a mujeres comprendidas entre las mismas edades que utilizan tallas mayores.
Las líneas de diseño en esta mercantil están muy cuidadas. Sobre el atrevimiento de la mujer española a la hora de decidir las prendas íntimas, Davó afirma que es la "más conservadora de toda Europa". Por contra, asegura que las mujeres de los países de la órbita árabe, de alto poder económico, son las que más cuidan el vestuario interior.
La fabricación de este tipo de prendas, con tejidos muy elaborados, necesita de operarios especializados. Según el propietario de la mercantil, la mano de obra que se precisa para la confección de la corsetería requiere en un primer momento de un largo proceso de adaptación. El gerente asegura que los empleados que entran en la factoría pasan por un proceso de cinco meses de aprendizaje sobre las técnicas de trabajo.
La presión que, según Davó, ejerce el calzado en esta comarca sobre el sector corsetero es notable. El funcionamiento de las fábricas de calzado, con sueldos que fluctúan según la temporada "dificulta" encontrar operarios.
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