Detenido un periodista acusado de enviar cartas amenazadoras a empresarios de Tarragona
La policía detuvo en la noche del pasado martes al corresponsal de Avui en Tarragona, Sergio Uzquiano, de 28 años, acusado de ser el autor de dos cartas anónimas recibidas hace unos días en dos patronatos de turismo de la zona y que amenazaban con la colocación de artefactos explosivos en el parque de Port Aventura si no se entregaban 100 millones de pesetas. La policía investiga la relación de estos hechos con una campaña similar ocurrida en 1999, cuando la explosión de dos bombas en Salou provocó la muerte de un jubilado e hirió a un guardia civil.
La policía también baraja la hipótesis de que el periodista pudiera haber enviado los anónimos para fabricar él mismo una noticia al amparo del gran impacto que provocaron estos mismos hechos hace ahora un año. Fuentes policiales explicaron que el detenido ha reconocido el envío de estas últimas cartas, pero se ha desvinculado de las de hace un año. Los últimos anónimos fueron remitidos a los patronatos de turismo de Tarragona y Cambrils, y llegaron por correo, al igual que los recibidos el año pasado en esas mismas organizaciones y en la de Salou. En ellos se exigían 100 millones de pesetas. En caso contrario se colocarían dos artefactos explosivos en el parque temático de Port Aventura. Los dos anónimos, firmados por Robin y Malena, a diferencia de los recibidos en febrero del año pasado, que únicamente iban suscritos por Robin, incluían un número de teléfono que los patronatos tenían que insertar en un diario local en forma de anuncio, como así ocurrió.
La recepción de las cartas se puso en conocimiento de la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía, que actuaron conjuntamente en la investigación. Según explicaron fuentes policiales, se ha podido demostrar que el periodista comunicó con ese teléfono a través de su ordenador. A partir de aquí se precipitó su detención a última hora de la tarde del martes. Seis vehículos de la policía y 20 agentes detuvieron a Sergio Uzquiano, a sus padres y a su hermano menor y los condujeron esposados de forma separada a la comisaría de Tarragona. Poco después se procedía a la detención, también en su domicilio familiar, de la compañera sentimental del periodista, quien quedó en libertad tras prestar declaración en comisaría. Uzquiano pasará hoy a disposición del titular del Juzgado número 9 de Tarragona. Los familiares del joven quedaron en libertad después de que se procediera a registrar el domicilio y el taller de carpintería del padre del periodista. La policía se incautó de los ordenadores de la casa y de una máquina de escribir, y extrajo sangre de los familiares para comprobar su ADN y analizar si coincide con el de la saliva de los sellos de las cartas enviadas.
"Un malentendido"
El abogado del periodista, Manuel Díaz, aseguró que el detenido se halla "tranquilo y convencido de que todo es un malentendido". El letrado sostiene que la policía se ha basado en pruebas "erróneas" y que los datos del ordenador del corresponsal que precipitaron su detención se han tergiversado y que su contenido es propio de su trabajo como periodista. Desde la dirección del diario Avui se defendió ayer la profesionalidad de Uzquiano y se aseguró que las sospechas que pesan sobre él no guardan relación con su actividad profesional.
La policía investiga si el envío de anónimos presuntamente remitidos por el periodista tiene relación alguna con la campaña de extorsión llevada a cabo en febrero del año pasado, cuando estallaron dos artefactos en las playas de Salou y Cambrils causando la muerte de un jubilado de 63 años, Juan Manuel Sarmiento, vecino de Manresa, y heridas a un agente de la Guardia Civil que realizaba tareas de desactivación. La investigación policial resultó infructuosa y en ella se valoraron diferentes hipótesis, entre las que estaba la de que fuera el propio Sarmiento quien hubiera colocado el explosivo. La policía llegó incluso a registrar el domicilio de la víctima. La investigación descartó en su día que tras las bombas se hallara un grupo terrorista organizado y se especula que los verdaderos Robin hubieran decidido no actuar más tras la muerte del jubilado, que podía no haber entrado dentro de sus expectativas.
La campaña supuso que, ante la cercanía de la festividad de Semana Santa, centenares de técnicos en desactivación e incluso efectivos del Ejército de Tierra se dedicaran al rastreo diario durante varias semanas de las playas de Tarragona, desde el Baix Penedès hasta el Baix Camp.
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